¿Por qué se extinguieron los últimos mamuts sobre la Tierra?

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AGENCIAS.-

Los mamuts lanudos fueron unos de los grandes herbívoros más comunes en América del Norte, Siberia y Beringia hasta que hace unos 10.000 años el cambio a un clima más templado, que provocó el retroceso de los pastizales para dar paso a los bosques, y la presión de los cazadores humanos los llevaron a la extinción en el continente. Solo sobrevivieron pequeñas poblaciones que quedaron aisladas en islas, pero hace unos 3.700 años la especie desapareció por completo de la faz de la Tierra. Investigadores de la Universidad de California Berkeley han comprobado cuál fue la causa del «golpe de gracia» que acabó con esos impresionantes animales. Y está en el ADN. Resulta que la disminución del número de ejemplares en esos entornos tan reducidos provocó un colapso de mutaciones perjudiciales en sus genomas que los llevó al desastre.

Gracias a los recientes avances en la secuenciación del ADN antiguo, los investigadores compararon los genomas de un mamut continental de hace 45.000 años, cuando estos animales era abundantes, y de uno que vivió hace unos 4.300 años en un grupo de cerca de 300 cabezas (43 veces menor de lo que era habitual) en la isla de Wrangel en el Océano Ártico, cercana a Siberia. El análisis, dado a conocer en la revista PLoS ONE, mostró que durante los miles de años que habían permanecido separados, los mamuts isleños habían acumulado múltiples mutaciones nocivas en su genoma, que interferían con las funciones de sus genes.

Los animales estaban realmente afectados: para empezar, habían perdido muchos receptores olfativos, que detectan los olores. La isla de Wrangel tenía una flora diferente en comparación con el continente, con turba y juncias en lugar de pastizales. También carecía de grandes depredadores. Es posible que el hábitat de la isla creara nuevas presiones selectivas respecto al olfato.

Pero se produjeron más carencias. Los mamuts de la isla también se habían quedado sin algunas proteínas de la orina, lo que puede afectar a su estatus en el escalafón social y a la elección de pareja, como ocurre con elefantes en la India. El genoma también reveló algo mucho más visible, mutaciones específicas que probablemente formaron una capa translúcida inusual sobre su piel en vez del abundante pelo. Y no había manera de mejorar, porque después de que las poblaciones continentales se extinguieran, no existía la posibilidad de migración a la isla de especímenes sanos. Los científicos creen que las variantes perjudiciales se acumularon rápidamente.

Aviso a los conservacionistas

La comparación dio a los investigadores la rara oportunidad de ver lo que ocurre con el genoma cuando se produce una disminución de la población. «Fue muy emocionante cuando encontramos un exceso de lo que parecían ser malas mutaciones en el mamut de la isla de Wrangel», explica Rebeca Rogers, coautora del estudio. «Hay una larga historia de trabajo teórico acerca de cómo los genomas podrían cambiar en poblaciones pequeñas. Aquí tenemos una oportunidad única de ver instantáneas de genomas ‘antes’ y ‘después’ de una disminución de la población en una sola especie. Los resultados que encontramos son consistentes con esta teoría que se discute desde hace décadas», añade.

El estudio también ofrece una advertencia a los conservacionistas: la preservación de un pequeño grupo de animales aislados no es suficiente para detener los efectos negativos de la endogamia y la crisis genómica. Los autores apuntan que es importante tener esto en cuenta, ya que muchas especies de hoy en día están amenazadas o en peligro. Por ejemplo, se estima que hay menos de cien ejemplares de guepardos asiáticos en la naturaleza y solo 1.600 pandas viven en territorios muy fragmentados. El censo de los gorilas de montaña apenas tiene unos 300 individuos, similar al tamaño de la población de los mamuts antes de extinguirse.

Volver a la vida

Traer a la vida a un mamut, o a una quimera genética lo más similar posible, es el sueño de algunos equipos de investigación, especialmente rusos y coreanos, después de conseguir extraer ADN viable del tejido de un mamut congelado en los hielos perpetuos de Siberia. Hay quien piensa que la hazaña científica es solo cuestión de tiempo. En el camino para lograr una futura clonación, pueden resultar claves la sangre y los tejidos musculares al parecer bien conservados encontrados en 2013 entre los restos de uno de estos animales enterrado bajo el hielo en la pequeña isla Liajovski, en la costa del noreste de Rusia. Además, el destacado genetista George Church de la Universidad de Harvard logró en 2015 insertar 14 genes de mamut en el ADN de un elefante vivo.

Pero para aquellos interesados en revivir a un mamut, los investigadores de Berkeley lanzan otra advertencia: «el estudio demuestra que algunos genomas de mamut llevan un exceso de mutaciones negativas». Habría que elegir al ejemplar adecuado.

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