Angelino se lleva la tarde y sale por la puerta grande

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El matador mexicano fue el último triunfador del año en la Temporada Grande en la Plaza México.

Agencias.

CIUDAD DE MÉXICO.

José Luis Angelino fue el último triunfador de 2015 en la Plaza México al cortar dos orejas en una tarde con poco para reseñar; apéndices que premiaron su insistencia y le permitieron abrir la Puerta Grande del coso capitalino.

Angelino se fue a porta gayola para recibir al segundo de la tarde proveniente de San Marcos, al que luego le endilgó templados lances y una larga cambiada, seguida de una buena faena con la muleta frente a un toro difícil.

El astado no permitió del todo el lucimiento del torero, que fue eficaz con la espada, a pesar de que recibió un pitonazo en el pecho del que salió sin daño y recibió la petición de la primera oreja.

En el quinto de la tarde, proveniente de De Haro, toro con movilidad en el último tercio que dudo frente a las embestidas, Angelino mostró madurez y ligó pasajes hasta que mató con la segunda estocada para llevarse su segundo apéndice.

El matador mexicano, quien mostró un compromiso y una determinación irreprochables, lució en medio de un festejo de muchas dudas, y levantó la voz para ser tomado en cuenta en carteles de 2016 tanto en la plaza capitalina como en el resto de la República Mexicana, porque la madurez y experiencia mostradas hicieron parecer que a él le había tocado el mejor lote de la jornada.

Menos suerte hubo en el caso del español Víctor Puerto, quien fue pitado con el enemigo con el que abrió la plaza tras sufrir manseo en los primeros tercios.

El diestro madrileño, quien brindó a Juan Pablo Corona, optó por abreviar la faena y pinchó en varias ocasiones con la espada antes de matar, lo que le fue recriminado por el público.

El cuarto toro también trajo nulas posibilidades de lucimiento para Puerto, quien fue nuevamente pitado por la quinta parte de aficionados, alrededor de seis mil, que se dieron cita para despedir los festejos de 2015.

Mejor trato de los aficionados hubo para el joven Pepe López, quien en su primera oportunidad enfrentó un deslucido toro de De Haro, que impidió cualquier bosquejo de buena labor y en la que sólo destacó un farol de rodillas en el tercio. El mexicano dudó con la espada y fue silenciado.

En el sexto, el michoacano tuvo mayor decisión y voluntad que lucimiento, con una labor al hilo en las tablas, y que fue rematada con una acertada estocada en la que el público le reconoció las ganas de sery al final de su presentación le obsequió un aplauso que justifico el esfuerzo de la tarde.

El sexto fue precisamente el único toro negro del envío, aunque el comportamiento fue similar, deslucido, falto de raza y de casta en términos generales.