Rusia está lejos de recuperar la gloria de la URSS

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El presidente de Rusia, Vladimir Putin, considera que la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) es una de las grandes tragedias geopolíticas, por lo que, según Serhii Plokhii, busca asegurar su espacio estratégico e impulsar la creación de un bloque regional.
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El presidente Vladimir Putin promueve un proyecto de integración entre países surgidos de la disolución de la Unión Soviética

 

EU.- Afectada por la economía y regionalismos, Rusia está lejos de tratar de resucitar a la Unión Soviética o el imperio, pero sí intenta asegurar su espacio geopolítico, comentó el historiador Serhii Plokhii, catedrático de la Universidad de Harvard.

La renuencia a revitalizar el imperio se explica por los problemas económicos y las complicaciones geopolíticas que encarecen y aún imposibilitan semejante proyecto, agregó el autor de El último imperio, de reciente publicación en español (Editorial Turner).

Y de hecho, nadie esperaba –o deseaba– la desintegración de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), cuyo colapso en 1991 sorprendió a muchos.

En conversación telefónica con Excélsior, el analista hizo notar que el propio Estados Unidos trató de evitar la disolución de la URSS, al menos para garantizar la estabilidad y evitar una ruptura violenta, como la que ocurrió en la antigua Yugoslavia.

Desde el punto de vista estadunidense, tal quiebre dejaría a cuatro países en posesión de armas nucleares: Rusia, Ucrania, Bielorrusia y Kazajistán señaló Plokhii, al precisar las preocupaciones del gobierno del presidente George H. W. Bush (1988-1992).

Hoy, tres de esos países (Bielorrusia, Kazajistán y Rusia) son parte de la Unión Económica Eurasiática (EEU), un proyecto de integración económica lanzado por el presidente ruso Vladimir Putin que incluye además a Armenia y Kirguistán. Todas esas naciones fueron parte de la URSS y todas se encuentran en Asia central y Asia menor.

Y eso hace más notable la ausencia de Ucrania.

Durante la conversación con Excélsior, Plokhii hizo notar que la ruptura no fue algo que se diera simplemente porque sí.

La URSS era una entidad multicultural, multiétnica, multirregional, precisó, y en gran medida esa fue una de las causas de su desmembramiento. “Todos trataban con la URSS como si fuera un Estado-nación cuando era un Estado federado”, señaló.

En su libro y en la conversación telefónica destacó que entonces, como hoy, Ucrania estaba en el centro de la crisis.

El principio del fin ocurrió el 24 de agosto de 1991, cuando Ucrania, la segunda más importante república de la URSS, votó por la independencia en un referendo nacional.

El impacto fue brutal. Cuatro meses después, la bandera de la URSS era arriada del Kremlin y nacía la Federación Rusa, un país disminuido geográficamente.

Fue “la caída del último gran imperio clásico”, dijo Plokhii, al señalar que el siglo XX fue el de la desintegración de los imperios, del otomano al británico, el francés o el portugués.

En su caso, la URSS “heredó” la composición de la Rusia de los zares, y en su desplome influyeron las movilizaciones nacionales, no sólo las de países absorbidos, sino de los propios rusos.

De acuerdo con Phlokii, fueron esas diferencias las que llevaron a la desintegración de la URSS y por tanto del imperio ruso.

El drama como tal no ocurrió sólo en Moscú con Mijaíl Gorbachov o Boris Yeltsin como actores principales, sino que fueron otros, en las naciones asociadas los protagonistas que llevaron al colapso.

Gorbachov, de acuerdo con el libro de Phlokii, no se dio cuenta de que sus políticas de glasnost y perestroika desataron fuerzas que no podía controlar, mientras que Yeltsin, amo de la calle, no supo enfrentar las crisis económicas que golpearon a su país.

De hecho, para los mismos rusos la idea de mantener la URSS era ya económicamente insostenible y aún hoy, pese a que algunos nostálgicos desearían fuera de otra forma, no buscan reconstruir lo que fuera el imperio, por lo menos en la forma tradicional.

El propio presidente Vladimir Putin, que llegó a expresar que consideraba la disolución de la URSS como “una de las grandes tragedias geopolíticas”, está consciente de las limitaciones.

Plokhii destacó que la actual Rusia es una potencia militar pero no una potencia económica. Con todo, como la antigua Rusia zarista y la URSS, busca asegurar su espacio estratégico e impulsar la creación de un bloque –aunque la economía no los favorece–.

De ahí los choques con Ucrania, que como otras antiguas partes de la URSS –los países, bálticos, por ejemplo– buscan a su vez asegurar su supervivencia a través de mejores relaciones con Europa y la OTAN, explicó el historiador.

Ucrania, objeto ahora de un embargo alimentario ruso, entró el 1 de enero en un acuerdo de libre comercio con la Unión Europea.

Para muchos autores, el régimen de Putin considera que el acercamiento de esas naciones a la OTAN y Europa Occidental es un problema de seguridad nacional para Rusia. (Excélsior)

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