CIUDAD JUÁREZ.- Antes de comenzar la misa, el convoy en el que viaja el Pontífice se detuvo frente a tres cruces dedicadas a las diócesis de El Paso, Las Cruces y Ciudad Juárez.
En medio de ellas se yergue una más grande, negra y con tres clavos, conocida como la “Cruz del Migrante”, ante la cual el Papa Francisco oró y depositó sendos ramos de flores.
Desde ese lugar llamado “El Punto”, el sitio más cercano a la línea fronteriza, bendijo a las personas que están a menos de 50 metros de la frontera que divide a México de Estados Unidos.
Tras ello se dio inicio a la misa en que destacó que «no hay gloria más grande para un padre que ver la realización de los suyos.»
Hizo referencia a Nínive una ciudad que comenzaba a autodestruirse por la violencia y la injusticia. «No era sostenible la violencia sostenida en sí misma».
Durante la misa Francisco eligió el báculo que le fue obsequiado por un interno del Centro de Readaptación Social número 3 de Juárez.
«Vi a su hijo que se metió en el mal, se hizo pecado para transformar el mal, esa es su misericordia”, dijo.
«La misericordia de Dios entró en el corazón revelando y manifestando lo que es nuestra certeza y nuestra esperanza. Siempre hay certeza de cambio», expresó. (Excélsior)