Por 47 años, transmitir mensajes por telégrafo, fue el oficio que caracterizó a Don Homero Patiño Gómez, que hoy a sus 96 años de edad, se le considera el telegrafista más veterano de la ciudad.
A pesar de su avanzada edad, don Homero goza de buena salud, cuenta que desde hace años no escucha bien, debido a que el telégrafo afectó su sentido auditivo. Esta condición era algo común entre los antiguos telegrafistas quienes cumplían con largas jornadas de trabajo, acostumbrados al ruido del código morse.
Actualmente, don Homero reside en Ciudad Victoria y es jubilado de Telégrafos Nacionales desde hace 47 años, vive tranquilamente en su domicilio en el 17 Ocampo, donde en alguna ocasión estuvo la superintendencia de telégrafos que él presidia.
Don Homero platica con mucho orgullo que con muy pocos estudios, pero con grandes méritos, llegó a ocupar el cargo de Gerente de Telégrafos a nivel estatal, uno de los puestos más altos a nivel nacional. Por su buen desempeño se le tomó en cuenta para realizar trabajos de gran importancia en el país y en el extranjero.
Aprendió el código morse en Zaragoza.
Don Homero nació en Zaragoza Coahuila en 1919, aprendió el oficio de telegrafista siendo prácticamente un niño, al poco tiempo de terminar su instrucción primaria.
Su padre, Don Lorenzo Patiño un humilde comerciante pudo costear los estudios de sus seis hijos y siendo Homero el hermano mayor, tuvo que enfrentarse a las responsabilidades de la vida desde muy joven, pero con el tiempo logró ascender hasta obtener su primera plaza como telegrafista en 1938.
“Trabajé desde abajo, como telegrafista “meritorio” en Zaragoza, así se comenzaba, cubriendo interinatos de otros telegrafistas hasta que después de varios años en Minatitlán, Veracruz, me otorgaron mi primer ascenso, me interesó tanto ir ascendiendo en mi carrera que luego desempeñé la jefatura de la administración en Altamira, luego de ahí me pasaron a otra plaza en Xicoténcatl”.
El telegrafista era un personaje muy popular.
“El telegrafista era un oficio tan importante, como el ser cura o ser maestro”, considera don Homero, quien alternaba su trabajo con su afición al ajedrez cuando había ratos muertos.
Su trabajo consistía en transmitir y recibir mensajes de todo tipo; familiares, políticos, personales y de negocios. Siempre guardando el “Sigilo Telegráfico” que les recordaba que el secreto de la correspondencia, era inviolable para los empleados.
“Aunque ya existía el correo, la gente recurría más al telégrafo, porque era más rápido y barato. Por mucho tiempo el costo del telegrama era de 3 pesos por 10 palabras y si se pasaba costaba 3 centavos más. Los telegramas llegaban a su destino de un día para otro, mientras que las cartas tardaban más días en llegar”.
Relató que en las oficinas de telégrafos se trabajaba día y noche sin parar, en raras ocasiones había poco trabajo y era cuando los empleados aprovechaban para jugar partidas de ajedrez.
Fue invitado a trabajar en Victoria.
En 1947 se mudó a Ciudad Victoria para trabajar como ayudante del Superintendente. En esa época las oficinas de Telégrafos estaban ubicadas en el 14 y 15 Hidalgo, a partir de los años 50’s, cambian de dirección al Palacio Federal.
Un año después se le designó Gerente Estatal de Tamaulipas, por eso conoció a la perfección todo el sistema. Uno de sus mayores retos como gerente fue reparar las líneas afectadas por cortes, cuando pegaban los ciclones en varios municipios, incluso en otros estados de la República.
“Me llegaron a invitar a trabajar en Nicaragua, durante la guerra, para reparar las redes que se habían caído en ese tiempo, pero esa vez no pude ir por cuestiones familiares, pero esas fueron una de mis mayores satisfacciones, que me tomaran en cuenta para ese tipo de responsabilidades”.
Otra muy significativa satisfacción en la carrera de Don Homero, fue el haber logrado que los directores y jefes de departamentos le concedieran luz verde para llevar a cabo la ampliación y mejoramiento de la Red Telegráfica en Tamaulipas, habiendo obtenido la autorización para la creación de nuevas oficinas en la mayor parte del Estado.
SABÍAS QUÉ…
En 1947 se mudó a Ciudad Victoria para trabajar como ayudante del Superintendente. En esa época las oficinas de Telégrafos estaban ubicadas en el 14 y 15 Hidalgo.