Roma.- El Papa Francisco dijo que «el mundo necesita el perdón» porque en la actualidad «demasiadas personas» viven sumidas en el rencor y el odio, durante una visita al municipio de Asís.
Agencias.
Según el Pontífice, «el mundo necesita el perdón; demasiadas personas viven encerradas en el rencor e incuban el odio porque, incapaces de perdonar, arruinan su propia vida y la de los demás, en vez de encontrar la alegría de la serenidad y de la paz».
«Es difícil perdonar, cuánto nos cuesta perdonar. Pensémoslo un poco», insistió el Papa, quien hizo estas afirmaciones durante su visita a la basílica de Santa María de los Ángeles de Asís, que alberga la conocida como «Porziuncola», la capilla donde según la tradición san Francisco vivió, murió y fundó la orden franciscana.
Destacó que «el perdón es una caricia y está lejos del gesto de ‘me la pagarás'».
El Papa argentino pidió la intercesión del «poverello» (el pobrecillo) de Asís para que «jamás renunciemos a ser signos humildes de perdón e instrumentos de misericordia».
El perdón es, para Francisco, «una vía maestra» hacia el paraíso y, en ese sentido, se preguntó: «¿Por qué debemos perdonar a una persona que nos ha hecho mal?».
«Porque nosotros somos los primeros que hemos sido perdonados e infinitamente más. La parábola nos dice justamente esto: como Dios nos perdona, así también nosotros debemos perdonar a quien nos hace mal», agregó.
Dirigiéndose a los fieles congregados, Francisco recordó: «No hay ninguno entre nosotros aquí que no haya sido perdonado».
Les invitó a repasar en silencio las «cosas feas» que han cometido y por las que han sido perdonados por Dios.
De acuerdo con el Pontífice, «estamos llenos de defectos y recaemos frecuentemente en los mismos pecados», pero «Dios no se cansa de ofrecer siempre su perdón cada vez que se lo pedimos».
«Es un perdón pleno, total, con el que nos da la certeza de que, aun cuando podemos recaer en los mismos pecados, él tiene piedad de nosotros y no deja de amarnos», explicó.
Tras pronunciar su meditación, Jorge Bergoglio, quien eligió el nombre de Francisco para su Papado en honor al santo de los pobres, confesó a algunos fieles.
El Papa acudió a este municipio italiano para conmemorar el octavo centenario del «Perdón de Asís», una indulgencia que san Francisco pidió al Papa Honorio III a favor de quien entrara en la pequeña iglesia, del mismo modo que se hacía con quienes partían a las cruzadas en Tierra Santa.
Conforme a la tradición, el 2 de agosto de 1216 san Francisco oraba en la «Porziuncola», restaurada por él mismo, cuando se le apareció Cristo y la Virgen María para preguntarle qué deseaba para la salvación de las almas.
El «pobrecillo de Asís» propuso que se concediera el paraíso y la remisión de los pecados a todos los fieles que acudieran en peregrinaje a esa capilla, a lo que Cristo accedió y le instó a solicitárselo a su vicario en la tierra, el Papa.
Inmediatamente acudió a Roma para plantearle la idea de una indulgencia a Honorio III y éste concedió el perdón de los pecados a quienes peregrinaran al lugar de la aparición.