Información del INEGI y El Universal, vía sus encuestas, diagnostican un México enfermo, enloqueciendo, a punto de tomar las armas para lo que se ofrezca, cada vez más enojado con sus gobiernos y si, harto de la violencia y el narco.
Por lo pronto el Presidente de la República, ENRIQUE PEÑA NIETO, es odiado casi por 7 de cada 10 mexicanos, menos del 30 por ciento acepta su gobierno.
A nivel nacional la delincuencia, según ambas encuestas, tiene sometidos al 35 por ciento de los comercios y lo hace de diversas formas, desde los clásicos robos hasta las extorsiones, tan grave es el problema que según el INEGI, el 69 por ciento de los mexicanos sienten que la estrategia del combate al narcotráfico implementada por el gobierno federal, es un fracaso y el problema va en incremento.
No solo eso, más del 40 por ciento de la gente considera que la corrupción galopa incesante en el gobierno federal, un 22 por ciento ve a los gobiernos municipales en las mismas condiciones, abajo están los gobiernos estatales.
Acertó, en esas condiciones por primera vez se habla de permitirse la justicia en mano propia, acto que solo el 23 por ciento rechaza tajantemente, es decir, el 77 por ciento avala o toleraría el acto, pero igual ya la mitad de los encuestados comienzan a hablar de armarse o que se sentirían más seguros con pistola en mano, que con policías y soldados en la calle.
Obvio, las encuestas son percepción, la forma como los ciudadanos ven las cosas, por lo tanto en ocasiones no reflejan la realidad aunque, lamentablemente, en algunos casos se quedan cortos, ya que a la gente le da miedo hablar de su situación o la que ve con los vecinos y conocidos.
Es un hecho que hablar de la violencia, el narco, la corrupción y hasta el de tomar las armas y hacer justicia en propia mano, no son cosas ajenas a los tamaulipecos y ahí radica lo peligroso de la percepción social, en que las cosas pudieran empeorar ante la desesperanza que existe de los mexicanos en cuanto a la efectividad de la estrategia contra la delincuencia organizada, implementada por el gobierno federal.
Es obvio que la salida no son las armas, tampoco más violencia disfrazada de justicia, pero también es un hecho que urge hacerle sentir a la gente que se trabaja en serio, que pronto las cosas van a cambiar.
Y esto último es lo difícil porque el tema no solo es del gobierno, también es de lo que sucede en cada hogar, en cada casa donde se permite que los muchachos anden sin rienda a cambio de unos billetes, una camioneta o celulares de esos que dan envidia y lo hacen a sabiendas de que arriesgan la vida de sus otros familiares.
Es hora de prender los focos amarillos, las alarmas a todos los gobiernos y hacerlos entender que si el pueblo explota, será muy difícil controlar la ira de la gente y ésta puede desembocar en acabar con gobiernos municipales, locales e intentar derrocar al presidente ENRIQUE PEÑA NIETO a quien casi nadie quiere.
Quien sabe si la situación pueda aguantar unos meses, aunque sea de aquí a junio cuando se arranque oficialmente el año electoral para cambiar al gobierno federal y la gente comience a ver otra vez la esperanza de elegir bien y sienta que ya se va ENRIQUE PEÑA NIETO.
Vaya, para México sería extraordinario tener a un presidente o presidenta que ganara con más de la mitad de los votos de la población, que regrese la esperanza porque solo de esa manera se podrá pensar que hay solución y no en la forma de defenderse e intentar atacar a nuestras autoridades.
El narco y la violencia son por ahora enemigos peligrosos, aunque no tanto como las salidas que ve la población, lo ideal es que el gobierno nos regrese la esperanza con acciones concretas, no este gobierno porque lo único que inspira PEÑA NIETO es un olor a corrupción e incapacidad, es más, lo único que puede hacer el actual mandatario para que los mexicanos vuelvan a confiar, es renunciar a su cargo.
Y si, también le atinó, será el narco y la violencia lo que lamentablemente guíe nuestra mano a la hora de votar, no que nos presionen los delincuentes, no que nos obliguen a cruzar una boleta a favor de uno u otro, no, nos guiarán porque nos harán percibir un país en ruinas, hartos y quizá eso nos ciegue para ver las propuestas, la posibilidad de que se hagan reales en cada uno de los que las presenten y salgamos a las urnas en el 2018 con la mera intención de fregar al gobierno y a todo lo que se le parezca.
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