Leí, muy temprano, la noticia en el muro de facebook de Guillermo Gutiérrez Riestra que como figura de los colectivos de familiares y amigos de desaparecidos en Tamaulipas la daba a conocer, mataron a Miriam Elizabeth Rodríguez Martínez, madre de una secuestrada de la que ella misma encontró el cadáver y que después de este hecho quiso defender a quienes padecían el mismo daño.
El acto nos debe llenar de vergüenza como seres humanos, no se puede callar el reclamo de una madre a balazos, no se le puede exigir silencio a quien ha perdido a su hija, tampoco a un hermano o los padres como en otros casos.
Hemos visto gobernantes a los que les han matado a un hermano o a un hijo y se callan hasta que les es posible o mientras conserven el poder y los presupuestos.
Se han visto a políticos vender lo que más deberían amar como es el pueblo que les da de comer, a la gente que les entrega poder y dinero para que vivan como jeques árabes y lo hacen ellos por su eterna estupidez, porque no llegan a comprender que sin el pueblo o volverán a tener poder y se les acabará el dinero.
Pero no, una madre como doña Miriam o la mayor parte de las mamás tamaulipecas no se frenará ni por dinero ni por poder, ni siquiera lo hizo por las amenazas de muerte que sabía eran serias, que conocía de su alcance, que sabía que iban a terminar como finalmente sucedió, con ella víctima de balazos para callar su voz, silenciarla para siempre.
El Gobernador Francisco García Cabeza de Vaca condenó el hecho y empeñó su palabra de que no habría impunidad en el mismo.
Allá en la Ciudad de México reaccionaron cuando notaron que la noticia se conocía en el mundo y se hacía viral a través de las redes sociales, también después de que todo el país se enteraba del asesinato por las mismas vías y que organismos protectores de los derechos humanos reclamaban y daban a conocer su postura sobre el asesinato en San Fernando, si, otra vez en San Fernando, Tamaulipas.
En esa reacción las autoridades federales, Miguel Ángel Osorio Chong, Secretario de Gobernación para ser exactos, demandó el esclarecimiento del crimen y ofreció cooperar para tal efecto.
Lo cierto es que dicho asesinato no debió ocurrir y nos debe avergonzar como sociedad porque por ningún motivo se debe permitir que se callen bocas a balazos, menos cuando la persona que denuncia tiene motivos más que suficientes para gritar, vaya, para ser más específicos, en otros tiempos ni siquiera el crimen organizado habría permitido el ultimar a Miriam por conocer que la señora era víctima, que le habían matado a una hija y tenía derecho, como se decía, “al sagrado pataleo”.
Ojalá el asesinato llame a la reflexión a todos, son tiempos de meternos más al trabajo nuestro, de hacer cada quien lo que le corresponda en el tema, intentar cambiar desde la casa, con los hijos y familiares y presionar a los gobiernos y a quien sea necesario para que esta clase de hechos no se repitan, más que cualquier cosa, para que regrese nuestra paz que nos han robado.
Miriam ya estará con Dios, dicen los colectivos de padres que buscan a sus hijos que el hecho es una amenaza real a sus acciones por lo que se deben buscar mecanismos para que se les proteja y ojalá así suceda, ojalá las autoridades y quienes han cometido estos asesinatos entiendan que a ellos es imposible pedirles silencio o tener mesura en lo que hacen, ojalá entiendan que sus peticiones son actos de humanidad, a veces en tonos muy duros pero créalo, cualquiera que se diga madre de una niña asesinada lo haría.
Por cierto, la Procuraduría de Justicia del Estado mediante la lectura de un comunicado a los periodistas precisó algunos rumores sobre este hecho, se negó que hayan sido los mismos secuestradores de la hija de Miríam los que cometieron el asesinato ya que estos están tras las rejas, e informó que se ha abierto carpeta de investigación al respecto.
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