Agencias
Houston.- La Corte Suprema de Estados Unidos se rehusó el lunes a revisar la apelación de un mexicano condenado a muerte en Texas por matar a su esposa y dos hijos menores con un martillo hace más de 25 años. Los restos de las víctimas fueron hallados enterrados en el baño en su casa.
El tribunal no dijo por qué no revisó el caso de Robert Moreno Ramos, de 62 años.
Los abogados de Moreno argumentaron que a su cliente no se le notificó que tenía derecho a recibir asistencia consular cuando lo arrestaron en 1992. Denunciaron que, en consecuencia, su defensa legal fue deficiente, tanto en su juicio como en apelaciones previas.
La Corte Federal de Apelaciones del Quinto Circuito rechazó sus argumentos el año pasado.
Evidencias también indican que Ramos se volvió a casar tres días después de la masacre. Le dijo a su nueva esposa que la mujer con quien vivía en su casa era una viuda a quien estaba dando albergue junto con sus dos hijos
En 2004, el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, en Holanda, determinó que Ramos, del estado de Aguascalientes, junto con más de cuatro docenas de mexicanos que aguardan ser ejecutados en Estados Unidos no fueron notificados sobre sus derechos consulares conforme a la Convención de Viena al momento de ser arrestados. Recomendó que se les volviera a enjuiciar para determinar si es que la falta de acceso a asistencia consular hubiera afectado sus casos. El presidente George W. Bush estuvo de acuerdo y ordenó a los estados que reabrieran los casos.
Pero la Corte Suprema desautorizó esa orden, diciendo que solo el Congreso puede ordenar a los estados a cumplir con fallos de cortes internacionales. Eso no ha ocurrido y varios reos incluidos en el dictamen del tribunal internacional que estaban en Texas han sido ejecutados desde entonces.
Ramos, quien en algunos documentos presentados en corte también aparece identificado como Roberto Moreno Ramos, no tiene fecha de ejecución.
Evidencias presentadas en su juicio en 1993, indican que usó un martillo para matar a su esposa Leticia, de 42 años; su hija Abigail, de 7 y su hijo Jonathan, de 3, en su casa en Progreso, en el área de Rio Grande Valley, ubicado en la frontera con México, a unos 32 kilómetros al sureste de McAllen.
De acuerdo con documentos presentados en la corte, Ramos le dijo a un primo que su esposa e hijos murieron en un choque de auto y que sus cadáveres fueron cremados. Luego de dar explicaciones encontradas, otro familiar reportó con la policía la desaparición de la esposa y los niños. Sus restos fueron hallados debajo de las baldosas recién instaladas en el baño de la casa donde vivían.
Evidencias también indican que Ramos se volvió a casar tres días después de la masacre. Le dijo a su nueva esposa que la mujer con quien vivía en su casa era una viuda a quien estaba dando albergue junto con sus dos hijos.