Las mamás de los desaparecidos sin nada que festejar

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Para las madres de desaparecidos no hay mañanitas, ni pastel, ni flores,
ni regalos, ellas sólo quieren volver a tener entre sus brazos a sus hijos

Por Arnoldo García
Unas hablan, otras guardan silencio y en una otras hay lágrimas y el enorme vacío de la pérdida de un hijo, una hija.
Pero en todas hay la esperanza de que los volverán a ver y abrazar.
Pero hoy como hace varios años estarán sin ellos, sin sus besos, sin sus canciones, bromas y cariño.
Son las madres de algunos de los cinco mil 700 desaparecidos en Tamaulipas.
Alma Alisabeth Rodríguez, recuerda aquella tarde del 1º. de septiembre del 2011, cuando Raquel salió de su casa, en la Colonia Azteca y no regresó.
“Yo no he perdido la esperanza, la fe, de que ella se encuentra viva y que un día volverá con nosotros. Todos los días y a todas horas rezo, eso es lo que me mantiene viva, activa seguir buscándola todos los días y en todas partes”.
Las madres de desaparecidos hoy visten de negro, para ellas no hay mañanitas, ni pastel, ni flores, ni regalos quieren volver a tener entre sus brazos a sus hijos.
“Raquel mi hija era buena muchacha, muy apegada conmigo siempre con sus bromas conmigo. Ella había terminado de estudiar en la Iglesia Bíblica a la cual vamos, para hacerse cargo de una comunidad”.
Y continúa entre lágrimas y emoción: “En esos días también quería entrar a la Universidad”.
Insiste: “Para mi Raquel sigue viva. Yo se que un día Dios nos hará el milagro de que ella vuelva con nosotros. Siento un enorme vacío en mi corazón. Solo la esperanza en Dios me da fortaleza para seguir en su búsqueda”.
Desde entonces Alma cuenta los años y los días “han pasado seis años, ocho meses y ocho días. Y yo he perdido más de 13 kilos estoy enferma hipertensa, diabética y sin mi hija.
“De las autoridades no hay respuestas. Solo promesas de que la siguen buscando”.
Daba vuelta hasta cuatro veces por semana a la Procuraduría para que me dijeran siempre lo mismo.
“Mientras yo no vea su cuerpo, para mi Raquel sigue viva y se que la volveré a abrazar y besar”.
Aquel 11 de abril del 2013 Julio Reyes, quien se ganaba la vida limpiando albercas no regresó.
Tenía 28 años, podaba las plantas, platicaba con ellas, siempre andaba arreglado y sufría ataques epilépticos ni fumaba, ni bebía.
Sencillamente desapareció.
Desde entonces a Ernestina Saucedo todos los años y todas las enfermedades se le vinieron encima. Perdió la vista. No hay hora que no llore y rece por su hijo.
Desde entonces Ernestina Saucedo dispuso que su cama la pusieran frente a la puerta. “El volverá a entrar por esa puerta y quiero ser la primera en verlo, abrazarlo, besarlo”.
Pero no solo perdió a Julio también perdió a su esposo y amistades. “Nadie viene a visitarnos, tienen miedo de venir a vernos. Mi esposo también se fue. Los familiares se distanciaron”.
Gabriela su hermana cuenta: “Jamás se despegaba de mi mamá, para mi mamá lo era su todo e igual para mi mamá mi hermano era su todo, hasta la fecha no ha olvidado nada de él ni el día que ya no regresó a casa”.
Y continúa con la voz entrecortada: Mi hermano era un chavo muy bueno, siempre salía con mi mamá, era muy tímido toda la cuadra de la colonia donde vivíamos ya lo conocían como era, él no tenía vicios de nada no tomaba ni fumaba ni nada, le encantaban las plantas podarlas regarlas platicaba con ellas siempre le gustaba andar muy arreglado, casi no tuvo novias por lo mismo que era muy tímido solo trajo como dos, pero jamás se despegaba de mi mamá”.
“Para mi mamá y para mi los días más tristes son la navidad. Le encantaba la navidad, para él era su prioridad que se llegara diciembre, porque le encantaba arreglar la casa, ponía luces, pino de navidad, flores de nochebuena, compraba regalos para mí y mi mamá”.
“Y todo cambio para nosotros, cada navidad es puro llorar para mí y mi mamá, diciembre es el más triste mes para mí”.
También desde el 11 de mayo del 2013 un día después de las madres, Marta Montelongo no ha vuelto a ver a su hija Rocío.
Rocío tenía 18 años y quería entrar a la Universidad, pero optó por trabajar algún tiempo para poder sostener su carrera.
“Yo se que en algún lugar Rocío se encuentra viva y que un día va a regresar. Una madre nunca se cansa de esperar a sus hijos”.
“Me paso las noches en vela hasta que me amanece, cuando me vence el sueño esperando que mi hija llegue”.
“Las autoridades no hacen nada. Es a nosotros a quienes nos preguntan si tenemos datos, pistas sobre nuestros hijos. Es una vergüenza”.
Estas tarde, las madres del Colectivo de Amigos y Familiares de los Desaparecidos no saldrán a restaurantes, no irán a festejar otra vez, seguirán buscando a sus hijos.

CITA TEXTUAL…

“Raquel mi hija era buena muchacha, muy apegada conmigo siempre con sus bromas conmigo. Ella había terminado de estudiar en la Iglesia Bíblica a la cual vamos, para hacerse cargo de una comunidad”.

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