¿Existen esperanzas?…

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Este lunes regresan a clases millones de niños mexicanos, entre ellos, casi un millón de tamaulipecos y en esta acción empieza el calvario de los padres de familia, maestros y de autoridades competentes.
En realidad todos sufren porque desde hace muchos años la educación formal perdió hasta el nombre, las escuelas poco enseñan, los niños son un desastre y no solo en aprovechamiento también lo son en valores, ya no respetan nada ni a nadie.
Indudablemente hace años que se descompuso el sistema educativo, no funciona y nadie se quiso dar cuenta por negocios o comodidad, por décadas las autoridades estuvieron bien metidas en su tianguis de venta de plazas, los maestros de 20 años para acá, en su mayoría, están en una zona de confort sin meterse en problemas y a veces solo preocupados en construir puentes o inventarse cualquier cosa para faltar, todo eso mientras los padres de familia continúan en su flojera de tomar las escuelas como guarderías y los niños como que disfrutaban su proceso de no hacer nada.
Hace muchos años el maestro era un segundo padre, la escuela un segundo hogar y se respetaban ambas figuras como tales, era imposible hablarle fuerte al profesor o dejar basura tirada por donde quiera, hoy las cosas son diferentes, los organismos dedicados a la protección de los derechos humanos fueron apadrinando a los niños mal portados para que nadie los tocara, para que estuvieran en su papel de víctimas y no está mal que se ocupen de ello, pero lo hacen sin ofrecer al mentor nuevas técnicas de adiestramiento que permitieran suplir los reglazos o jalones de orejas por métodos más efectivos y menos rudimentarios.
Las autoridades, ya le dije, se preocuparon mucho más por cómo y en cuanto vender una plaza que en proteger a sus trabajadores y niños y ya ni pensar que se les fuera a ocurrir financiar proyectos de investigación que permitieran encontrar el conocimiento que apoyará a los maestros en resolver el problema de verse rebasados en autoridad por los alumnos, los resultados de este proceso los tenemos a la vista, mala calidad en la educación, mala paga para los profesores, para empezar.
Obvio que de los maestros muchos estudiaron la profesión por el dinero y la seguridad laboral más que por convicción y se resguardaron por ello en una zona de confort donde no hacer nada era la forma de comprometerse y, en esas circunstancias, los niños tomaron el rumbo que hoy conocemos, muy pocos con un éxito envidiable mientras muchos son unos profesionistas mediocres, otros trabajadores eventuales y algunos más hasta se fueron a engrosar las filas de la delincuencia.
El camino que hoy sigue la educación formal parece va cambiando con un reforma educativa, que ojalá no se borre de tajo, ya no se ve aquella instrucción al maestro de que no repruebe a ningún alumno, al contrario, se están midiendo resultados, es decir, que enseñe a quien quiera aprender y por fortuna van subiendo esas estadísticas.
A pesar de los esfuerzos tenemos que aceptar que el problema en realidad es grave y parece que nadie quiere entenderlo, por años la escuela más que en un beneficio se convirtió en un problema y los resultados los vemos en las calles, es decir, son muchas cosas las que se tienen que corregir.
Por eso hay que sufrir, a ese ritmo nadie sabe donde podrían parar los alumnos que en este momento ingresan a las primarias, a las secundarias, menos el futuro de preparatorianos y universitarios.
Si, resulta un gran acierto que la autoridad haya entregado útiles escolares a todos los niños que estudian en escuelas públicas, igual un beneficio que exista un programa de becas mucho más ambicioso y efectivo, eso ayudará para mantener a los niños en las aulas, pero aún falta más.
También es un beneficio que la misma autoridad de la Secretaría de Educación, a nivel gobierno de Tamaulipas que encabeza FRANCISCO GARCIA CABEZA DE VACA y el gobierno federal de ENRIQUE PEÑA NIETO y el que viene de ANDRES MANUEL LOPEZ OBRADOR,  hablen de dinero para investigación y desarrollo educativo, esos son avances, desde luego, pero apenas empezamos y de eso hablamos, de que se verán resultados hasta dentro de seis años, por lo menos, y si, si hay esperanzas, pero no son tiempos de esperar a que las cosas ocurran, algo hay que aportarle.
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