Enigma mexiquense

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Cd. Victoria, Tam. Segundo grito insurgente para el gobernador CABEZA DE VACA, sexto y último del presidente PEÑA NIETO. Clima favorable en ambas capitales, mexicana y tamaulipeca, el zócalo y la Plaza Juárez.

Se diría que el temporal lluvioso hizo una pausa muy oportuna, allá y acá, para que las banderas, de arriba y abajo, ondearan tranquilas, entre vivas, confeti, serpentinas y fuegos artificiales.

Viejo hábito de medios y lectores, radioescuchas, televidentes (hoy de internautas) comparar rostro, expresión, arrugas, canas, efectos del tiempo del mismo hombre al llegar y al irse.

El año de su arribo y el de su despedida. El desgaste de la maquinaria corporal durante el ejercicio del poder.

Se recuerda la expresión pazguata y desencajada del compatriota ZEDILLO cuando nos dijo adiós en 2000. Su antecesor (y enemigo jurado) CARLOS SALINAS perdió el último cabello que le quedaba en las sienes y la nuca.

Menudea el recuerdo de CALDERÓN antes y después, aquella expresión fresca y esperanzadora que mostraba en los debates televisivos de 2006, frente al abotagamiento, la mirada vidriosa, la mortificación permanente de sus días finales.

Y de FOX ni se diga, el ranchero grandulón dio el viejazo a medio sexenio, se mostró necio y senil cuando todavía dormía y cobraba en Los Pinos.

Las malas lenguas dicen que MIGUEL DE LA MADRID solía dividir de manera puntual sus horas de presidente y sus espacios como padre y marido.

Era diligente y esforzado bajo la luz diurna, pero al cerrar el día se retiraba temprano, pedía no ser molestado, para no perderse (junto a su esposa) la hora de la cena frente a la telenovela de las nueve.

Aun así, DE LA MADRID observó un severo cansancio al finalizar su sexenio. Notoria flacidez en el rostro, encanecido el pelo y hasta las cejas grises. Su voz tampoco era la misma, se volvió áspera, rasposa.

Al norte del río Bravo menudean también las comparaciones, el antes y el después.

Desde luego, OBAMA, CLINTON, los BUSH (padre, hijo), REAGAN y, por supuesto, TRUMP, que ya entró algo cansado y vaya usted a saber cómo, cuando y de qué manera termine su viaje.

Por todo ello sorprende el semblante de ENRIQUE PEÑA NIETO, hoy que asoma a las primeras planas de los diarios, en ocasión del grito septembrino.

Acude por última vez al balcón presidencial de Palacio, cumple puntualmente con las exclamaciones de rigor, los vivas a HIDALGO y otros próceres, atiza el badajo de la campana independentista y ondea la bandera con la mirada clavada en la gran plaza.

Si alguna preocupación hubo, no dejó huella en ese rostro, ni parece haberse cobrado alguna cuota importante de canas o marcas en la frente. Al menos en su aspecto exterior, no se observa desgaste sustantivo tras seis años de mando.

Ni se despeinó, siquiera, ¿blindaje emocional?… El desgaste es mínimo, estamos prácticamente ante la misma estampa de maniquí bien acicalado.

Ahí siguen sus modales pulcros y su voz solemne de bellboy, que le vimos en 2011, cuando concluyó la gubernatura mexiquense para asumir al año siguiente la candidatura presidencial.

Esa fisionomía de muchacho, inexpresivo, enigmático, que hoy parece desafiar al tiempo con su pelo muy negro, brillante, engominado y modales tan precisos, calculados, rutinas propias del modelaje.

LA DUDA INICIAL

Permítame el lector hacer memoria. La primera semana de 2012, entre el lunes 2 y el viernes 6 de enero, publiqué en esta columna cinco comentarios en torno a los personajes que por entonces destacaban como aspirantes francos a la Presidencia de la República.

Por entonces las izquierdas ya habían negociado la segunda candidatura de LÓPEZ OBRADOR y el PRI cerraba filas en torno a PEÑA NIETO.

Tres precandidatos se disputaban la nominación panista. JOSEFINA VÁZQUEZ MOTA, ERNESTO CORDERO y SANTIAGO CREEL. Por eso fueron cinco (candidatos y comentarios) como la semana inglesa.

Rescato hoy mis observaciones de entonces, en el caso específico de PEÑA NIETO.

Al respecto escribí:

– “Ninguno de los cinco aspirantes resulta más difícil de identificar y, por ende, de precisar las cualidades señeras que lo distinguen como individuo.”

– “Su verdadero yo desde luego existe, a menos que creamos literalmente en las críticas de sus adversarios que al concentrar la vista en los poderosos aliados del mexiquense, acaban reduciéndolo a la condición de muñeco.”

– “Al arranque del año electoral, la personalidad esencial de PEÑA NIETO sigue siendo un enigma, en buena medida por la coraza caracterológica que su disciplina personal le autoimpuso.”

– “El diseño milimétrico de su personalidad y ese férreo control que tiene sobre sus emociones muestran tan sólo al hombre correcto que sonríe al instante justo, palmea y abraza siguiendo un patrón fijo de expresión verbal y corporal.” (hasta aquí la cita).

Seis informes después y con un pie en el estribo, el presidente en funciones no parece haber mostrado más de lo que entonces sabíamos de su persona, como gobernador, precandidato y candidato.

Acaso su hermetismo fuera una cuestión de estilo o filosofía de vida. Sin embargo, igual sirvió de estrategia para disimular sus insuficiencias. Con esa misma sonrisa, fría y distante, llegará a diciembre.

BUZÓN: lopezarriaga@gmail.com

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