Una rastra le quitó los dedos, pero no las ganas de vivir

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A los 12 años de edad, Pablo Soto Vázquez perdió los dedos de sus manos, desde entonces se las ha ingeniado para salir adelante, hoy pide que lo anoten para recibir una despensa

Por Jacqueline Cárdenas
Pablo Soto Vázquez perdió los dedos de ambas manos desde los 12 años de edad en un accidente de trabajo, actualmente vive sin empleo, vendiendo dulces en la zona centro de la ciudad.
Desde los 12 años de edad, Don Pablo tuvo que empezar a ganarse la vida en diversas obras como agricultor, sin embargo en su primera experiencia laboral tuvo un terrible accidente, cuando trabajaba en el campo una rastra de tractor le amputó todos los dedos de la mano derecha y tres de su mano izquierda.
«Me pusieron arriba de una rastra para quitar las raíces que se quedan ahí, pero me quedé dormido y yo digo que me caí y perdí el conocimiento cuando desperté, ya me tenían en el hospital con las manos vendadas, esto pasó en El Mante yo tenía como unos 12 años, pero Dios me dio mucho entendimiento para poder trabajar a pesar de haber perdido los dedos».
Esto no le impidió seguir buscando oportunidades de trabajo, durante varios años trabajó como albañil hasta en obras del Gobierno del Estado como el aeropuerto de Ciudad Victoria.
«Así seguí trabajando en la obra incluso para el Gobierno del Estado, yo estuve trabajando en la construcción del aeropuerto cuando estaba de gobernador Emilio Martínez Manautou».
Por 18 años trabajó como jardinero en las instalaciones del Club Correcaminos de donde se pensionó, sin embargo dice que el dinero no le alcanza para costear los gastos básicos de su hogar, por esta razón tiene que salir a vender.
Actualmente a sus 72 años de edad recorre las calles de la zona centro de la ciudad vendiendo chicles, chocolates, dulces, frituras de maíz y cacahuates salados, pese a las inclemencias del tiempo haga frío, calor o llueva se le ve caminando cargando su cajita de dulces a la cual le amarró un cinturón para colgársela al cuello, ya que por su discapacidad le es imposible llevarla con sus propias manos.
Don Pablo busca el apoyo de algún programa social para adultos mayores al menos una despensa básica, ya que por ser pensionado se le ha negado otro tipo de apoyos.
El vive en la Colonia Moderna en compañía de su esposa que trabaja como empleada doméstica tres días a la semana. Si lo ves por la Calle Hidalgo o en sus alrededores, cómprale para ayudarlo en su economía.

SABÍAS QUÉ…

Actualmente a sus 72 años de edad recorre las calles de la zona centro de la ciudad vendiendo chicles, chocolates, dulces, frituras de maíz y cacahuates salados, pese a las inclemencias del tiempo.

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