No hace mucho tiempo la izquierda puso el grito en el cielo porque el Ejército y La Marina fueron sacados de los cuarteles para patrullar las calles, para encabezar los sistemas de seguridad en los Estados y combatir la delincuencia.
Dijeron, los de la izquierda, que militarizar el país era el primer paso para regresar a los sistemas represivos, autoritarios, de esos que por la fuerza tomaban todo lo que no podían ganar en las competencias democráticas.
Eran, desde luego, otros tiempos, gobernaba el PAN primero y luego el PRI, por eso es que sostenían que la estrategia de seguridad era todo un fracaso a lo largo y ancho del país lo que definitivamente le era respaldado por los hechos, en ese sentido le añadían que los militares estaban ilegalmente en las calles y ni siquiera contaban con preparación en el combate a ese tipo de delitos, urgían, por tanto, que todos ellos regresaran a sus cuarteles y hasta imponían tiempos para que sucediera, para que los Estados crearan sus propias policias.
La respuesta, primero del PAN y luego del PRI, fue en el sentido de que no había quien más enfrentará a los delincuentes, que los Estados carecían de policías y, en el último gran triunfo de la izquierda, hasta se obligaron a poner plazos para la creación de fuerzas estatales para ir regresando paulatinamente a los militares a donde les correspondía, eso fue con la creación de la Ley de Seguridad Interior.
Exacto, los de izquierda se metían en un brete porque consideraban muy complicado ganar la presidencia de la República, ni ellos confiaban en la fuerza del presidente electo Andrés Manuel López Obrador y menos en la que adquiría la gente que se alimentaba con un rencor contra el gobierno por la forma como nos tienen viviendo, con el Jesús en la boca, con la zozobra de no saber si regresaremos del trabajo y viendo que todos los días caen personas muertas.
El caso es que hoy la izquierda cae en lo que tanto dijo odiar y se ha descubierto el telón, los soldados no regresaran a sus cuarteles ni los marinos tampoco, al contrario, será reformada la ley nuevamente para quitarles el mote de militares y convertirlos en una Guardia Civil, es decir, para evitar la militarización del país solo dejaran de llamarse militares y listo.
Obvio es que la medida, por más contraria que parezca a las ideas que hasta antes de ganar tenía la izquierda, es sensata, en este momento en este país no existe ninguna otra fuerza armada que pueda enfrentar y mantener a raya a la delincuencia, lo que si no parece ir en buen sentido es mezclar a todos esos hombres y mujeres, marinos y militares, con la PGR y otras policías estatales y federales como estrategia para pacificar el país, deje me trato de explicar, lo que propondrá AMLO es una coordinación y unión de todos para tener un mando único lo que va a debilitar la estrategia ya que es más fácil corromper u obligar a un mando que a diferentes fuerzas y también será más fácil que las evada la delincuencia cuando todos piensen o se muevan en un solo sentido.
Es decir, si debe existir mayor coordinación y confianza entre todas las fuerzas pero esta no se va a obtener por decreto si no por estrategia, por resultados, por una mayor competencia entre todas ellas y más profesionalismo a la hora de comprender que habrá ocasiones en las que deban hacer equipo.
Yo no creo en un mando único, ni en la coordinación y coordinación por obligación como lo pretende el gobierno que viene, el de Andrés Manuel López Obrador, no creo tampoco en esa guardia civil porque cambiarle el nombre a militares y marinos no significa que en automático ya sabrán de inteligencia policial y ahora si darán resultados.
En efecto, tampoco creo que las policías o militares se vayan a convertir por obra y gracia de una reforma constitucional en un ejército de paz, disculpe mi pesimismo pero no creo que por ahí deba empezar la estrategia de pacificación y reconciliación, no, yo le insisto que eso empieza en casa y debe seguir en la escuela para completar el circulo en la prevención con un sistema de salud eficiente, cosa que, hasta hoy, nadie ha tocado y ni parecen darse cuenta de ello.
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