Don Lupe Díaz, a 20 años de su partida

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La familia Díaz se reúne al pie de la tumba del inolvidable maestro del periodismo para recordarlo con anécdotas y mucho cariño.

Por Arnoldo García
A 20 años de su ausencia o el vivir en la memoria de su esposa, hijos, nietos, bisnietos y los amigos, se reunieron para recordarlo y recordar sus anécdotas.
La tarde se hizo larga como aquellas noches en las cuales Guadalupe Díaz Jr., escribía su columna, tomaba cerveza y jugaba dominó con los amigos contando aquellas historias de la Redacción de EL GRAFICO y las historias de familia, de las fiestas navideñas y otras más.
Ahí junto a él, en torno a su tumba, se reunió la familia Díaz ahí estaban su esposa Carmen, sus hijos Guadalupe, Eréndida, Homar, Mario Guadalupe, Morelia, Cuauhtémoc, Lilia y los nietos y ahora también los bisnietos.
Así en una plática de familia como tantas otras Homar, Morelia y Lupe recordaron entre amor, nostalgia, cariño, alegría, las horas de trabajo de don Lupe, las prisas por sacar la edición de EL GRAFICO a la circulación y sus corajes por una nota mal redactada o una información equivocada.
A 20 años de su ausencia su presencia sigue viva, presente en la Redacción de EL GRAFICO las nuevas tecnologías de la información, equipos nuevos más modernos han hecho que el trabajo dentro de la Redacción sea más pausado a otro ritmo, pero sin duda lo que prevalece es el espíritu combativo, de denuncia.
La tarde no fue para conmemorar el XX aniversario de su fallecimiento, sino para celebrar sus 74 años de vida plena, pero sobre todo aquellos largos años, aquella larga vida de reportero, de periodista.
Homar, Morelia y Lupe contaban sus recuerdos, su vida y sus vidas con don Lupe, sus bromas y travesuras que lo hacían desatinar.
No hubo la seriedad, ni la formalidad de una oración fúnebre hubo las risas, las bromas, los recuerdos de aquellos días, de estos Díaz, quienes han hecho de EL GRAFICO una tradición en el periodismo tamaulipeco.
La vieja Remington no suena más sus teclas. Está ahí guardada en la vitrina, junto a sus últimos papeles de notas, su pluma y su reloj en ese pequeño museo que guarda la memoria y recuerdos de EL GRAFICO.
Por la máquina de escribir quieta inmóvil, el amor, las risas, el cariño, para vivir en los recuerdos, en el corazón, la memoria de quienes se reunieron para hablar de él y platicar con él.
En esta tarde, ahí estuvieron su esposa Carmen, sus hijos Lupe, Eréndida, Morelia, Homar, José Guadalupe, Mario Guadalupe, nueras, nietos, bisnietos y los amigos viviendo aquellos días con estos Díaz.