“Es un pela´o a toda madre, nomás no te metas con la novia, ni con su cartera”, abrevió lo más que pudo un político que recomendaba a su amigo buscar a un Secretario de Estado en la administración de Tomás Yarrington para que le diera trabajo.
El aludido fue, con la recomendación que le dieron, al buscar al mencionado sujeto y de inmediato consiguió el trabajo, lo hicieron director de área pero no duró mucho en el cargo.
Primer pecado, ser de vista alegre y lanzarle piropos a la que todos decían era la “novia” del jefe aunque, contrario a lo que secretarias y trabajadores pensaron, fue cosa de nada y se lo pasaron por lo que se creyó que la recomendación que tenía era tan pesada que no lo tocarían por ese ni ningún otro tema porque hasta el Secretario fingía que le caía muy bien.
Se ‘chifló’, los enemigos o quienes odiaban al jefe le comenzaron a llenar la cabeza de vanidad hasta que se creyó que era real, que si era muy influyente y desde su puesto de Director quiso arreglar unos convenios con proveedores de la dependencia en la que trabajaba, hasta ahí duró su buena suerte, hasta ese tiempo trabajó en el gobierno en turno.
Le empezaron a encontrar fallas, lo mandaban constantemente a municipios lejanos y muy pobres y, lo peor, le exigieron trabajo y resultados hasta que prácticamente lo corrieron, lo obligaron a renunciar no sin antes acudir con su padrino.
“Creo que me quieren correr”, dijo escuetamente a quien lo había recomendado, “No te quieren correr, ya estás fuera y ni cuenta te has dado”, fue la respuesta que recibió al tiempo que le pusieron enfrente el tema de los convenios con el proveedor, “te dije que ni con la novia ni con el dinero, hiciste las dos cosas cabrón, ¿querías que te premiaran?, lo peor es que lo primero ya te lo habían pasado pero con la cartera de tu jefe sí que no te podías meter, no toques su dinero porque eso no te lo perdona nunca”.
La breve historia, real o por lo menos contada por uno de los protagonistas, dibuja de cuerpo entero lo que han sido, quizá lo que son, muchos políticos, puedes quitarle todo menos el dinero porque hasta a las novias o novios los compran con el poder y el presupuesto que manejan.
También es útil ese pasaje para hablar un poco sobre la propuesta de Andrés Manuel López Obrador de no perseguir la corrupción del pasado, de no hacer una cacería de brujas contra quienes se han despachado con la cuchara grande, con quienes lo mismo han robado o se han dejado querer en los presupuestos de seguridad que los destinados a los más pobres o la salud.
Dice Andrés Manuel, a favor de su propuesta, que no se puede gobernar con rencor y que además no alcanzarían las cárceles de todo México para encerrar a los políticos corruptos del pasado, a quienes se han robado la paz y el desarrollo de este país.
Quizá tiene razón el presidente electo, no se puede meter al bote a todos, en lo que no estoy de acuerdo es en permitirles seguir gozando como si nada de todo el dinero que se hayan robado o hayan obtenido al amparo del poder.
Vaya, no es necesario meter al bote a todo aquel que robó o se haya beneficiado del poder y el presupuesto pero si urge, por el bien del país, buscarles todas sus cuentas, bienes o bienes que tengan sus prestanombres para expropiarlos en bien de la nación.
Digo, no puede ser posible que se hable de que el ex gobernador Egidio Torre Cantú vive en una mansión de 340 millones de pesos mientras muchos siguen sufriendo su mal gobierno, del saqueo que hicieron en algunas áreas de la administración pública.
Y el anterior es solo un ejemplo como debe haber miles y miles a lo largo y ancho del país, hombres y mujeres que se han enriquecido groseramente con los presupuestos públicos o beneficiándose de los mismos, incluso muchos tienen fortunas amasadas con la sangre de inocentes, jugaron hasta con el hambre y la salud del pueblo y, por tanto, no se vale que todo quede en la impunidad.
Vayamos a la historia inicialmente contada, a los políticos no hay que les duela más que quitarles sus recursos y bienes, quizá no sea necesario llevarlos a la cárcel pero bien se haría hacerles un llamado por las buenas para que regresen lo que se hayan robado u obtenido ilícitamente y, quien no lo atienda, pues entonces si aplicarles todo el rigor de la ley, digo, creo que si es tiempo de tocarles su dinero, de quitárselos para que se destine a lo que originalmente estaba presupuestado ó, ¿no?…
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Nomás no toques su dinero…
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