Cavernícolas…

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Los índices de violencia en el país crecen y no se ve, a corto plazo, como habrán de frenarse, porque la sociedad continúa en descomposición y cada vez observa con mayor naturalidad cualquier expresión en ese sentido.
En las escuelas es un hecho que los maestros batallan más para controlar a los alumnos que ejercen violencia contra sus compañeros e incluso que llegan a amenazarlos y en la casa ocurre lo mismo, los padres de familia no son capaces de llamar al orden a sus hijos adolescentes o casi adultos que les faltan el respeto porque ya hasta les tienen miedo.
Ambas realidades hacen percibir que el problema es demasiado grave y desgraciadamente no se sabe como atacarlo, es más, ni siquiera se toman medidas para prevenir que ocurra algo similar con los más pequeños, con quienes todavía pueden ser encausados sin mucho problema.
Pero si la percepción da miedo los datos, las estadísticas a la mano, espantan, causan terror porque hacen prever que el problema de la violencia llegó para quedarse o por lo menos tiene un origen que todavía ni siquiera nos atrevemos a aceptar.
Mire, con motivo del Día de Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer el Instituto Nacional de Estadística e Informática, el INEGI, da a conocer datos sobre el tema, según sus encuestas en México más de 19 millones de mujeres que han vivido o viven en pareja han sido agredidas por sus maridos o novios, algunas psicológicamente, otras violentadas físicamente e incluso sexualmente.
El número es enorme, desde luego, pero la situación se pone peor cuando los detallan en porcentajes, en los noviazgos más de 30 por ciento de las mujeres ya sufren violencia, en los matrimonios o en las parejas unidas el dato se eleva hasta el 52 por ciento en algunos Estados, es decir, en uno de cada dos matrimonios o parejas se llega a abusar de la mujer.
Los datos son reveladores y serían todavía más agresivos si los hombres no sintieran pena y declararan cuando son violentados, cuando la mujer los agrede física o emocionalmente le deteriora su vida.
Vaya, estamos hablando de que más de la mitad de los niños están mamando violencia desde sus hogares, que se están afectando psicológicamente y en casos peores ya ven el fenómeno de agredir como normal, como que lo pueden aplicar en su vida cotidiana si quieren sentirse superiores.
Quizá ahí este el secreto de nuestra desgracia como sociedad mexicana, en que los adultos no hemos aprendido a resolver nuestros problemas por vías pacificas y de acuerdos, por hacerle sentir a los niños que todo tipo de violencia es normal cuando se quieren defender posiciones o posturas personales.
Porque además el daño no solo se los hacemos en lo emocional, también en lo económico o en su bienestar les afectamos, otras vez con estadísticas oficiales, la violencia contra la mujer causa una pérdida anual de 4.4 mil millones de pesos en días de trabajo perdidos,  que son unos 30 días al año, a los cuales se les debe agregar un costo no calculado de lo que puede representar dejar de trabajar 28 días al año en casa por consecuencia de mismo fenómeno.
Somos unos cavernícolas y le juro que no habló solo de los hombres, lo mismo ocurre con la mujer, con un agregado más, al final los afectados son los menores, muchos con traumas, con problemas psicológicos diversos que les impiden desarrollarse adecuadamente y otros creciendo con aparente normalidad pero ya con la violencia inyectada en su cerebro, observando como algo normal las agresiones psicológicas o físicas para su propio provecho.
De ese tamaño es el reto que enfrentamos como sociedad en México, tenemos que sentarnos a reflexionar, algo más, parece que ya es tiempo que sociólogos y psicólogos sociales comiencen a investigar con seriedad que nos pasa, como podemos revertir estas tendencias, como podemos ser personas pensantes y no los cavernícolas en que nos ha convertido toda esta violencia.
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