Primer retrato robot de un denisovano

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Una vanguardista técnica de análisis genético ha permitido obtener el primer retrato robot de los denisovanos, un misterioso linaje con el que los humanos modernos tuvimos sexo e hijos hace decenas de miles de años y cuyo aspecto físico ha sido un misterio hasta ahora.

Casi todo lo que se sabe de este grupo de humanos proviene de un hueso ridículamente pequeño: la falange de la punta del dedo meñique de una niña que vivió hace más de 50.000 años en la cueva de Denisova (Rusia). Las bajas temperaturas lo habían conservado tan bien que de esa pequeña esquirla ósea se pudo extraer el genoma completo de la niña, que mostró que pertenecía a un linaje diferente, hermano de los neandertales.

Estudios posteriores demostraron que los humanos modernos tuvimos sexo e hijos con los denisovanos, lo que explica por qué personas actuales de Oceanía tienen un pequeño porcentaje de ADN denisovano. Entre los genes transmitidos están los que permiten adaptarse a la vida con poco oxígeno a grandes alturas. Lamentablemente toda la información genética del hueso no pudo decir ni una palabra de qué aspecto tenían los denisovanos, o si de no haberse extinguido los veríamos diferentes a nosotros.

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