¡¡HE PERMANECIDO SOLTERO!!

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Por Ramón Durón Ruíz (†)

La ocasión pasada en la que Cantarino llegó briago a su casa, con claridad meridiana escuché que llamaba a Simpliana, su esposa: ¡Bruja!, situación que me enfadó, porque es una mujer, como todas las mujeres mexicanas: llena de dulzura, abnegación y sabiduría, me consolé al poco tiempo que leí el siguiente correo que circula en la red y que me fue enviado por mi amigo Derly Rivas.

“¿Por qué para los hombres las mujeres son unas brujas?

— Porque… llegan a fin de mes haciendo magia con el modesto salario de su esposo.

— Porque… ante la alza desmesurada de los precios a los productos básicos lanzan conjuros varios.

— Porque… teniendo el don de la ubicuidad, están al mismo tiempo en varios lugares: en la oficina, lavando, planchando, preparando la comida, sirviendo la cena y realizando todos los quehaceres que en el hogar se requieren.

— Porque… plenas de la alquimia de la vida, sólo ellas son capaces de preparar toda clase de pócimas mágicas para curar cualquier herida del cuerpo o las más graves, las del alma.

— Porque… sin pérdida de tiempo pueden volar hacia el lugar donde son requeridas.

— Porque… a pesar de tantas hogueras que la vida les presenta a diario, son capaces de sobrevivir.

— Porque… pueden enfrentarse a varios inquisidores a la vez defendiendo sus sueños y sus ideales.

— Porque… sólo ellas son capaces de hablar con sus plantas para hacerlas crecer en el más cálido ambiente de afecto.

— Porque… tienen la magia de entender a “los animales” (los hombres) y comunicarse con ellos, hablando el más vívido idioma del amor.

— Porque… intuyen fehacientemente cuando algún ser querido requiere de su consuelo o de su amorosa presencia.

— Porque… practican la telepatía a diario, adivinando los pensamientos de aquellos a quienes aman, sin necesitar de palabras para traducirlos.

— Porque… tienen la capacidad innata de hechizar con una sola mirada de amor a su familia o su hombre.

— Porque… son varias personas en un sólo cuerpo: hija, hermana, esposa, madre, amante, compañera y amiga.

— Porque… en ella se encierran las más variadas profesiones: chef, chofer, psicóloga, consejera, maestra, doctora, secretaria, enfermera y ama de casa.

— Porque… con su atinada intuición poseen el don privilegiado de adelantarse a los acontecimientos.

— Porque… ven el futuro proyectado en sus sueños.

— Porque… son capaces de leer e interpretar los momentos de la vida en el rostro y los ojos de sus seres queridos.

— Porque… con sus palabras de aliento y dulzura consiguen cosas inalcanzables para los hombres.

— Porque… son maestras en el arte de tropezar y amorosamente están siempre puestas a levantarse y recuperarse de un fracaso.

— Porque… poseen la suave fantasía e imaginación de un niño y la fina sabiduría e inteligencia de una abuela.

— Porque… mágicamente son ambiguas a la vista: suaves como la seda pero con el interior duro y valioso como un diamante.

— Porque… con el don de la fascinación de su mirada consiguen más conquistas que el mayor de los ejércitos.

— Porque… con su abrazo dan una inyección de ánimo al caído.”

Por esas y muchas cosas más hago mía la canción de Martín Urrieta: “Mujeres oh mujeres tan divinas… no queda otro camino que adorarlas”, aunque haya mentecatos que las llamen ¡BRUJAS!

Por eso éste viejo campesino dice ante la pregunta: “Filósofo, ¿qué has hecho tú por la emancipación de la mujer?… ¡HE PERMANECIDO SOLTERO!”

filosofo2006@prodigy.net.mx