«MÉXICO DEPRIMIDO Y POLARIZADO»

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Dr. Jorge A. Lera Mejía

Oficialmente la economía de México registró su mayor contracción histórica durante el segundo trimestre del 2020, debido al freno en las actividades productivas golpeadas duramente por los efectos de la pandemia del coronavirus, sumada a la negativa de este gobierno para incentivar a las micro y pequeñas empresas con créditos blandos y traslados de impuestos y tarifas como ISR, cuotas del IMSS, Infonavit y energía eléctrica, entre otros.

A diferencia de la mayoría de países del G20, que han subsidiado a sus empresas y economías de sus trabajadores en paro, con inversiones públicas entre el 5 hasta el 40% del PIB. México ha destinado menos del 1% de recursos públicos del PIB para amortiguar los daños económicos del coronavirus. No se ha resuelto apoyar al llamado ‘ingreso universal’ o ‘salario solidario’.

Con cifras revisadas, el Producto Interno Bruto (PIB) se desplomó 17.1% en el periodo de abril y junio respecto al trimestre anterior, debido al débil desempeño de la industria y los servicios, informó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Se trata del retroceso más profundo en la historia del indicador desde que se inició su registro en 1993. Además, es el quinto trimestre consecutivo con un retroceso en este indicador.

La teoría económica marca que después de al menos tres trimestres de caídas del PIB es el inicio de una RECESIÓN, cuándo esta caída es de más trimestres consecutivos y con cifras superiores de menos 5% trimestral, se entra en un periodo conocido como DEPRESIÓN.

Por ello, se estima que México se encuentra en el peor momento de su desarrollo económico desde los tiempos de la Gran Depresión mundial de 1929-1932.

Por componentes, el PIB de las actividades secundarias -industria y manufactura- descendió un 23.4%, el de las terciarias -servicios- un 15.1% y el de las primarias -agricultura, ganadería, pesca y forestal- tuvo un retroceso del 2%.

Se pronostica que la economía de México se contraerá en torno del 10 hasta el 15% este año, en lo que autoridades financieras han dicho que sería su retroceso más profundo desde la Gran Depresión de la década de 1930.

El presidente Andrés Manuel López Obrador prometió durante su campaña presidencial que la economía crecería 4% anual bajo su mandato, pero el PIB se ha reducido durante los últimos cinco trimestres a medida que la Inversión Fija Bruta (IFB) se debilitaba ante la preocupación por la política y el coronavirus se propagaba en el país.

Incluso la caída del PIB inició desde el primer año de este gobierno, cuando el índice cerró con un menos 0.1% al cierre de diciembre de 2019, mucho antes del arribo del Covid-19. Esta situación reflejó que cada trimestre la producción disminuyó respecto del período inmediato anterior. Tan solo en el cuarto trimestre, la economía del país se contrajo 0.4% a tasa anual, la caída más fuerte de 2019. En el primero, el dato fue de 0%, mientras que en el segundo avanzó 0.1%, y en el tercero cayó 0.2%, según datos del INEGI.

Los anteriores gobiernos considerados neoliberales por la 4T, con todo y la cuestionada corrupción, crecieron en promedio del 2.3% anual del PIB entre los años 1994 al 2018.

Calculando a una tasa media anual el sexenio de Ernesto Zedillo (1994-1999) creció al 3.26%, Vicente Fox (2000-2005) al 1.94% y Felipe Calderón (2006-2012) al 1.70%, considerando un PIB base 2013.

En el período de seis años de Peña Nieto (2013-2018), concluyó con un crecimiento positivo medio anual del 2.41% del PIB.

Muchos economistas dicen que la negativa del presidente a pedir créditos para financiar un gran estímulo ha agudizado la crisis, pero él dice que sus medidas de austeridad permitirán que México se recupere rápidamente mientras otras naciones se sumen en una creciente deuda. Se autonombra el manejo como ‘economía moral’.

Sin duda las medidas ortodoxas de este gobierno, que se empeña en manejar otros datos y desdeñar la medición del PIB, estarán dejando un grave daño a las estructuras económicas del país, que sufre una estrepitosa caída de inversiones en infraestructura y el empobrecimiento de las empresas MiPyMes.

El presidente piensa emular el modelo económico del desarrollo estabilizador, aunque su plan sea más parecido al populismo de los años setenta.

En realidad, hoy estamos ante la cruel realidad de la mayor inestabilidad micro y macroeconómica, similar a los tiempos que sufrió México durante los gobiernos de Luis Echeverría y José López Portillo.

Esos tiempos identificados en la década de los 70 del siglo pasado, se les bautizó como populismo, donde se privilegió el uso dispendioso de los gastos públicos, el uso intensivo de los controles de precios, la sobrevaluación sistemática del tipo de cambio y las señales inciertas de la política económica, que tienen efectos deprimentes en la inversión privada.

Aunque sus críticos lo han acusado de populista, el presidente de la llamada 4T ha insistido que busca regresar al modelo del desarrollo estabilizador, a esas dos décadas de alto crecimiento y baja inflación del llamado milagro mexicano.

Ha prometido crecer por lo menos al 4% anual y mantener baja la inflación (durante la campaña llegó a decir que su sexenio cerrará con una tasa de crecimiento anual del 6%).

Su listado de acciones se ha basado en una política social con transferencias directas a los beneficiados, financiadas con uno de los recortes al gasto público más agresivos de la historia de México, medidas intervencionistas en algunos mercados y un programa de inversiones públicas en el sureste del país, desdeñando el desarrollo del resto de las regiones.

Lo más grave aún, ha sido el mal manejo de la pandemia del covid, la falta de apoyos a las pymes, el descontrol de la seguridad pública ante una desorganizada guardia nacional, que deja registros de más muertos que los régimen anteriores.

Al cierre de este martes el coronavirus ya registra más de 60 mil 500 fallecidos y la violencia más de 60 mil en lo que va del sexenio.

Tan solo, durante los primeros siete meses del año 2020, han sido asesinadas en el país un total de 17 mil 160 personas, en promedio, casi 100 asesinatos de forma premeditada todos los días en 2020.

Un símbolo dañino de este tiempo es la polarización política, que viene afectando a todos los sectores y está siendo abonada por varios frentes, empezando desde el discurso de la 4T hasta la desdibujada oposición política.