¡Y AHORA ZERO!

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Por Ramón Durón Ruíz (†)

El prestigiado doctor Tomás Requena López comenta en su libro: Por qué me hice naturista: “Mi madre me dijo: ‘Te voy a contar una historia que me sucedió en relación contigo, cuando eras pequeño, tanto que aún te amamantaba, un día tuve que dejarte por un momento para ir a ayudar en un casamiento, donde me tardé más de los debido.

Mis pechos llenos de leche, me recordaban que debías de tener hambre. Fui corriendo para darte de lactar. Cuando llegué, supe que una señora bondadosa, al verte llorar tanto, te dio su pecho, pues tenía una hija de tu misma edad; te pegaste tanto al seno de la señora que dejaste a su niña sin leche’.

Me impresionó tanto el relato de mi madre que le pregunté:

¿Mamá, dónde vive esa señora? Quiero conocerla.

— Vive muy lejos, en un lugar que yo ya no frecuento y que tú no conoces.

Me quedé callado, pero en mi interior me hice el firme propósito de conocer a aquella señora. Terminé mi primaria con éste pensamiento aún fresco en mi mente y sólo cuando miraba a los niños de pecho, el suceso venía a mi memoria.

Cuando realizaba el servicio social revivió en mí el deseo de conocer a mi benefactora, pero no sabía su nombre, ni dirección, ni en qué pueblito o ranchería vivía. Nada en absoluto. Entonces pensé: Ella sí conoce mi nombre, sabe quién soy y sí puede encontrarme.

Alimentaba yo esa idea con pensamiento tenaz. Daba por hecho que la conocería, porque en una región como aquella en la que yo vivía, un médico es conocido por todos, más cuando provoca tanto escándalo como yo lo hacía, debido a las intervenciones quirúrgicas de gran riesgo que me atrevía a practicar.

En una tarde muy especial, pero muy especial, porque era tan triste y obscura que invitaba a la melancolía, llegó a mi consultorio una señora trigueña, de buena estatura, gran personalidad y para mí, llena de gracia, ella me dijo: — Hace aproximadamente 23 o 24 años yo te di de mamar.

Me contó la historia que años atrás, mi madre me había relatado. Por lo tanto no podría ser otra persona, sino aquella que me había lactado. Me sentí muy feliz, la abracé y quise llenarla de obsequios que ella dignamente me rechazó… Después de aquel día jamás volví a verla.

Creo firmemente que cuando uno piensa y visualiza insistentemente una cosa con buena voluntad y fe se realiza, no importa cuánto tiempo tarde. Sin embargo, siempre sucede en el momento preciso y en el lugar indicado, porque para todo hay un tiempo y un espacio.

Esto que le sucedió al tan querido médico, los científicos le llaman “visualización positiva de futuro”, tiene un fuerte soporte psico-neurológico. Sencillamente consiste en que tengas la habilidad de imaginarte cumpliendo los sueños de tu vida, en el quehacer, proyecto, empresa o compromiso que quieras, sólo se requiere que tengas la autoconfianza de creértelo, de sentirlo, de palparlo, de olerlo, que lo hagas con la impresión de que ya está en ti.

Recuerda que el milagro de la vida consiste en vivir el “HOY” a plenitud, pero teniendo la habilidad de mantener la esperanza de que lo que viene es lo mejor para ti y darle alas a tus sueños. La diferencia entre el fracasado y el hombre exitoso es la amorosa percepción positiva de futuro del segundo, que le lleva a sacar provecho de cada tropiezo; situación que le ayuda a encontrar y descubrir el propósito –que cada uno tiene– de su viaje por esta carnalidad. Hoy, decídete a florecer a prosperar y a ser feliz.

El que tiene una clara percepción de hacia dónde va, siempre encontrará el camino, aprenderá a disfrutar a plenitud la vida y a hacer de ella una maravillosa historia de éxito, no le teme a la soledad, a la enfermedad o a la muerte, se ocupa de trabajar en la alegría, de labrar su felicidad y vivir para servir. Soy un convencido de que la mujer tiene un impulso divino y la magia de abrirte los ojos del alma para alegrar tu corazón, para detener el tiempo y transformar a la gente de su vida en el constructor de su grandeza y destino.

A propósito, cierto día, Doña Hergastula platicaba con su comadre:

— Usted que siempre se visualizó casándose con el Virulo, ¿cómo le va en su vida sexual?

— ¡Ay comadrita!… pues como el refresco.

— ¿Cómo el refresco? ¿Y cómo es eso?

— Primero normal, después Light… ¡Y AHORA ZERO!

  

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