Por Ramón Durón Ruíz (†)
En el profundo misterio de la vida se hace necesario volver la vista a las abuelas y a los viejos de los pueblos –sabios por naturaleza, escuela de sabiduría andante, doctorados en personalidad– y bajo sus sabios consejos y mejor ejemplo, aprender a valorar, a saborear, a regocijarte en los dones que la vida tiene especialmente para ti.
Ser feliz no es sólo un sueño, una frase, un anhelo, una aspiración o un deseo, es –sea cual sea tu actividad, posición económica, social o política– la tarea a la que llegaste al universo, es armonizarte con el cosmos para poner en marcha la maquinaria de la vida para ir en pos de tus sueños.
“La vida es la más maravillosa sucesión de lecciones”, en la que es necesario aprender a vivir y ser feliz, dándote la oportunidad de que tus alas se sacudan el polvo de viejos lodos para alzar el vuelo, dejando de centrar tu mirada en la derrota o el desánimo y concentrarte en las miles de bendiciones que Dios tiene HOY preparadas a través de los milagros para ti.
De esas escuelas que son nuestras abuelas y viejos sabios he aprendido las siguientes lecciones:
— Recuerda que vas de paso, que tu presencia es temporal, así que justiprecia en su exacta dimensión el ciclo de tu vida, fórmate en el compromiso sincero y el duro trabajo.
— Vive con la intensidad del sol, porque el valor de la vida no está en el tiempo que vivas, sino en la intensidad con la que seas capaz de hacer que las cosas sucedan.
— Libérate de la pesada carga del resentimiento, DATE PERMISO DE… crecer al ejercer el don curador del perdón, sé capaz de tener sueños tan grandes como la esperanza, lucha por ellos, ve en su búsqueda, quien no tiene sueños es como un navegante que carece de brújula.
— Honra tu espacio vital.
— Vive a plenitud el milagro irrepetible del HOY, goza… disfruta el presente.
— Sonríe, que HOY Dios se ha levantado –como siempre– antes que tú y ha construido el más bello amanecer para ti.
— Decreta amorosamente que HOY es el mejor día de tu vida… ¡disfrutarlo!
— Escucha el llamado de tu cuerpo.
— Con el poder del amor elimina el ego, el miedo y los resentimientos, te ayudará a distinguir lo esencial de lo superfluo.
— Anda el camino con amor en tu cuerpo y armonía con el universo, tendrás paz en el alma.
— Diariamente ten la audacia de desafiar tus limitaciones… te llevarán a crecer y ser mejor.
— Reinventa tu vida, que al construir diariamente el camino, decides tu destino.
— Da todo de ti.
— Atrévete a pagar la cuota de sacrificio, esfuerzo, dolor y fracaso que se precisan para triunfar.
— En el juego de la vida, sal a ganar, que no estás aquí para fracasar.
— Regálate unos minutos para que seas capaz de vivir el silencio interior.
— “Jamás vayas en contra de ti”… fluye armónica y amorosamente con tu vida.
— Renuncia a la necesidad de la aceptación pública, ámate, reconócete valeroso, acéptate cómo eres; y qué eres sino esencia de lo divino que ha bajado hasta el terreno de lo humano.
— No resistas al cambio, las cosas llegan a tu vida cuando deben llegar… ni antes ni después.
— Nunca permitas que alguien llegue a ti sin que se vaya más feliz que como llegó, porque debes ser de esos seres maravillosos que valen por lo que dan, no por lo que celosamente guardan.
— Para ser y crecer mejor, el camino es sencillo, a través del amor reconcíliate con tu pasado. Diariamente ten la humildad de abrir tu corazón a Dios, recuerda que las cosas terrenas tienen su tiempo de nacer y de morir, las cosas de Dios son indestructibles… son para siempre.
Por eso el Filósofo de Güémez dice: “La vida es como la agricultura unas veces da, otras veces quita… ¡PERO SIEMPRE ENSEÑA!”
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