Por Mario Díaz
TAL y como sucede en cualquier proceso eleccionario, las promesas de campaña y descalificaciones entre los aspirantes a determinado cargo público forman parte del escenario político del momento. Obviamente, con las excepciones que confirman la regla.
Los candidatos de los distintos partidos, en cuanto el Instituto Nacional Electoral da la voz de arranque del proselitismo, se dan a la tarea de recorrer sus respectivos distritos o área de influencia de acuerdo al cargo de elección popular que pretenden.
Abrazos, saludos y sonrisas van dejando a su paso aquellos que desean representar a la sociedad bien sea en un Ayuntamiento, Congreso Local, Congreso de la Unión, Gobierno del Estado o Presidencia de la República.
Justamente, en ese segmento del proceso electoral, quienes buscan el apoyo popular, teóricamente, se dedican a escuchar a sus eventuales representados para llevar sus propuestas al cargo de elección que pretenden.
Desafortunadamente, existen casos concretos en que los candidatos hacen uso del mismo método a pesar de ya haber ocupado un puesto similar. También es muy común escuchar la trillada frase “seré su representante en…..” y “trabajaré para bajar los recursos que se necesitan”.
Otros, los más, consideran que con el simple hecho de repartir abrazos, saludos, sonrisas y posar para la “selfie” es suficiente para asegurar los votos necesarios para ganar la contienda. Además, sobran quienes, sin importar el ridículo, bailan y cantan con el fin de captar simpatías que se traduzcan en sufragios durante la jornada comicial.
Otra particularidad muy generalizada en cualquier competencia eleccionaria es la diferencia del origen de los votos: los que votan en contra de un partido por alguna razón específica; los que votan a favor por ser militantes, activistas o simpatizantes y, a la vez, integrantes del voto duro; y el voto que se emite sin importar ni analizar las propuestas de los candidatos.
Sin embargo, por lógica simple o sentido común, los aspirantes a un cargo de elección popular no deberían basar su labor proselitista en “tomar nota de las necesidades ciudadanas”, pues, se supone, que si aspiran a determinada representación popular deben conocer a la perfección tanto el área de influencia como las carencias en todos los sentidos.
Desde cierta perspectiva, no se debe consideran un buen candidato a aquel que se placea escuchando necesidades y prometiendo “bajar el cielo y las estrellas”.
Un verdadero aspirante a un cargo de elección popular convence con propuestas concretas y resultados tangibles, y no mediante verborrea barata que se olvida con el paso del tiempo e, incluso, ya no se vuelven a presentar en los sectores visitados una vez que logran su propósito.
Vale la pena precisar en breve paréntesis que con lo antes señalado ni se descubre el hilo negro ni el agua tibia, pero que muy seguramente serán situaciones que seguiremos observando en actual proceso eleccionario.
Quienes aspiran a cargos legislativos deben convencer al electorado por medio de borradores de proyectos de iniciativa de ley que hablen por sí solos del conocimiento de la problemática y lo que se expondría en tribuna en caso de lograr el apoyo ciudadano mayoritario.
El “chapulineo” político es también una práctica común, aunque no por ello moral o ética, que no habla bien del militante de un partido que busca llegar a su objetivo mediante el apoyo de otro distinto.
Lamentablemente, en tal situación, pierde el partido que es abandonado, pierde el partido que acepta a quien cambia de color y, obviamente, pierde credibilidad, seriedad, lealtad y madurez política aquel o aquella que se dejan llevar “por el canto de las sirenas”.
Casos sobran en los partidos con mayor aceptación ciudadana y, por supuesto, entre sus partidos “satélite” integrados en alianzas o coaliciones.
Ni hablar.
DESDE EL BALCÓN:
I.-En el IV Distrito Electoral Federal con cabecera en H. Matamoros, la tierra de Rigo Tovar, la competencia por la curul en San Lázaro la disputan tres mujeres con reales posibilidades de triunfo y sus respectivas suplentes: YANÍN GARCÍA DELGADO, por el PRI; MÓNICA GONZÁLEZ GARCÍA, por el PAN; y ADRIANA LOZANO RODRÍGUEZ, quien busca la reelección por Morena.
MÓNICA, ex legisladora local priísta por obra y gracia del exgobernador EGIDIO TORRE CANTÚ, compite ahora con el sello panista y el apoyo del mandatario estatal FRANCISCO JAVIER GARCÍA CABEZA DE VACA.
La candidata de nuevo plumaje es un caso concreto del “chapulineo político”.
II.-Comunicadores Unidos A.C. de Tamaulipas lamenta profundamente el fallecimiento de la compañera ADRIANA TAVIRA GARCÍA, integrante del Consejo Directivo de la Asociación de Periodistas del Valle de Toluca (APVT). La enfermedad del siglo causó una baja más en las filas del gremio periodístico. Descanse en paz.
Y hasta la próxima.
mariodiaz27@prodigy.net.mx