Por Mario Díaz
SI bien es cierto que la normatividad electoral avala la apertura de paquetes y recuento de votos, también es una verdad de a kilo que, normalmente, ese recurso lo ejercen los partidos opositores y no precisamente el instituto político respaldado por el poder gubernamental en turno.
Tamaulipas es un ejemplo claro de lo antes expuesto, luego de que el Partido Acción Nacional se inconformara por los resultados, luego de la paliza electoral que le propinara la coalición Morena-PT-PVEM durante la jornada comicial del pasado domingo.
Argumentando irregular conteo de votos en favor de la causa morenista, los panistas solicitaron a los Consejos Municipales y Distritales el recuento de los sufragios emitidos por los ciudadanos. En ciudad Victoria y en Río Bravo se toparon con pared, recuperaron votos y triunfo en Valle Hermoso, y la actividad postelectoral se mantenía muy cerrada en el puerto de Altamira y Nuevo Laredo.
Pero, al margen de nuevos resultados que podrían estar asociados a eso que dice “del plato a la boca se cae la sopa”, lo extraño, pocas veces visto y, sobre todo, que no le queda a un partido en el poder es manifestar inconformidad por supuestas o reales acciones fraudulentas.
Tan simple como recordar que el PAN tuvo representación en todas las casillas electorales que se instalaron a lo largo y ancho del territorio tamaulipeco. Luego entonces ¿cómo es que los representantes albicelestes no tan solo no contaron de manera correcta los votos, sino que el “error” favoreció a la coalición morenista?
Lo tradicional en un proceso eleccionario es que la oposición se queje de fraude electoral, compra de votos y movilización, por ejemplo, por parte del partido en el poder al contar éste con todos los elementos necesarios para realizar actividades ilícitas con el amparo de las instituciones y la fuerza pública.
Con lo ocurrido en Tamaulipas, electoralmente hablando, de inmediato se le asocia a un mal manejo de la dirigencia estatal del PAN y un trabajo político mal elaborado desde la secretaría General de Gobierno. Mucho tendrían que aclarar, LUIS RENÉ CANTÚ GALVÁN, dirigente estatal panista, y CÉSAR AUGUSTO VERÁSTEGUI OSTOS, responsable de la política interna en la entidad.
Ahora que, desde una perspectiva que pretende ser objetiva, no hay que olvidar que cuando los ciudadanos salen en masa a votar, generalmente lo hacen en contra del sistema, ejercicio cívico ciudadano equiparable al voto de castigo.
En la ciudad de México, bastión morenista, el partido en el poder perdió más de la mitad de las delegaciones capitalinas como consecuencia del voto de castigo al gobierno de la Cuarta Transformación. Sin embargo, en el ex Distrito Federal no se habló de fraude electoral ni se exigió recuento de votos; la 4T aceptó la voluntad ciudadana y se comprometió a corregir el rumbo en beneficio de todos y no solo de las clases marginadas.
Ahora que, tiene razón el PAN-gobierno en hacer todo lo que esté a su alcance para revertir el pésimo resultado electoral que significa perder el control del Congreso Local y gobernar solo el 30% de los ciudadanos tamaulipecos. De ese tamaño es el problema y, por lo tanto, en esa misma proporción se está haciendo hasta lo imposible para hacer menos significativa la derrota electoral.
De entrada, el fantasma del desafuero del gobernador FRANCISCO JAVIER GARCÍA CABEZA DE VACA ronda desde ahora en lo que será la LXV Legislatura tamaulipeca, esto con base en los resultados preliminares de los consejos distritales.
Perder el control político de los municipios más grandes en términos electorales y económicos, también representa un serio problema para los Vientos del Cambio en la recta final del sexenio cabecista.
El problema se agrava ante la proximidad del proceso electoral de 2022-inicia formalmente en septiembre- para el relevo de la gubernatura en la esquina noreste del país. Con la oposición en el Poder Legislativo y menos recursos económicos por la pérdida de control de municipios, mucho tendrá que hacer el PAN-gobierno para mantener la nave en flotación.
Aunque difícil, más no imposible, un cambio radical en la forma de ejercer el gobierno y las políticas públicas, aunado a un obligado proceso de cirugía mayor y de emergencia del panismo estatal, podrían convertirse en oxígeno puro para el primer régimen alternante en Tamaulipas.
Ahora que, si los sucesos políticos en Tamaulipas forman parte de una negociación de alto nivel, eso es simple y sencillamente otro cantar.
La soberbia, el orgullo y la altanería nunca han sido ni serán buenos consejeros. Además, los consejeros de paz son tan importantes y necesarios como los consejeros de guerra.
DESDE EL BALCÓN:
I.-En H. Matamoros, Tamaulipas la civilidad y responsabilidad ciudadana han quedado de manifiesto en sendas posturas de dos contendientes al término de la batalla electoral: IVETT BERMEA VÁZQUEZ y MARIO ALBERTO LÓPEZ HERNÁNDEZ.
La primera, postulada por el PAN a la alcaldía matamorense y, el segundo, candidato de la coalición Morena-PT-PVEM a la reelección en ese cargo.
IVETT reconoció que el resultado electoral no le favoreció.
MARIO, con holgado triunfo, ha mantenido una actitud de respeto a su rival político.
Lo dicho: civilidad y responsabilidad ciudadana.
Y hasta la próxima
mariodiaz27@prodigy.net.mx