«POR REMESAS SOBREVIVIMOS MEXICANOS Y TAMAULIPECOS»

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Dr. Jorge A. Lera Mejía
Al corte del mes de junio, trascendió que en México se recibieron remesas por más de 23 mil 618 millones de dólares. En Tamaulipas, por su parte, se participó con 529 millones 800 mil de dólares, registrados entre enero a junio del 2021. A ese ritmo, anualmente podremos cerrar 2021 con una recepción arriba de 46 mil millones de dólares, y de mil 60 millones de dólares en Tamaulipas (nuevo récord nacional y estatal).
Para dar una idea de lo que significan esos ingresos, las remesas nacionales reflejadas en pesos, en el primer semestre representan 472 mil 360 millones de pesos. Si se divide dicha cantidad, entre 120 millones de mexicanos, significarían cerca de 4 mil pesos per cápita.
En el caso de Tamaulipas, los 529.8 mdd, a un tipo de cambio promedio de 20 pesos por dólar, corresponderían a 10 mil 596 millones de pesos. A nivel por persona, nos tocaría a cada tamaulipeco un ingreso per cápita cercano a 3 mil pesos. De acuerdo a una población total de 3 millones 528 mil personas residentes del estado a fines del 2020.
Los datos anteriores, nos muestran que cada día los ingresos familiares indirectos por remesas, están convirtiéndose en una mayor dependencia del componente salarial de los mexicanos, principalmente por ser un motor externo de generación laboral y valor agregado extra territorial.
Datos recientes, exponen que hoy día más de 7 millones de familias mexicanas sobreviven gracias a la ‘codependencia’ generada por dichos ingresos de remesas de migrantes.
Si calculamos de acuerdo a promedios estimados por el INEGI, donde por cada familia rural en México, habitan un aproximado de 4 personas, significa que por las remesas se mantienen un estimado de 28 millones de mexicanos pobres.
Lo anterior, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2018 (ENIGH) en México hay 34 millones 744 mil 818 hogares, donde habitan un promedio por cada hogar de 3.6 personas en zonas urbanas y 4 en zonas rurales (cifra superior dado el hacinamiento y nivel de pobreza mayor).
Lo anterior significa, que cerca de la quinta parte de los hogares mexicanos dependen hoy día, de los envíos de las remesas. En número de personas, esa representación aumentaría a cerca de la cuarta parte de la población mexicana (23.33%), al ser 28 millones de personas las receptoras de remesas (de un total nacional de 120 millones de mexicanos).
De acuerdo al reciente artículo del economista Enrique Quintana, director del Periódico El Financiero, denominado «Ya somos dependientes de las Remesas» https://www.elfinanciero.com.mx/opinion/enrique-quintana/2021/05/04/ya-somos-dependientes-de-las-remesas/, se plantea y se cita lo siguiente:
[…] Para dimensionar la relevancia del ingreso [de Remesas], recordemos que, en 2018, la cifra enviada fue de 33 mil 675 millones y en 2012 había sido de 22 mil 437 millones. Es decir, en nueve años hubo un crecimiento de 86.4 por ciento en el volumen total de remesas, que es equivalente a un aumento de 19 mil 395 millones de dólares.
Con una paridad de 20 pesos por dólar, el monto recibido en los últimos 12 meses representa 836 mil 640 millones de pesos. Esto equivale a 69 mil 720 millones de pesos al mes.
Puede estimarse que alrededor de siete millones de hogares en México reciben remesas. La frecuencia más usual es de una vez por mes, pero en otros casos se mandan cada quincena.
La remesa promedio este año es de 351 dólares, lo quiere decir que millones de familias reciben un ingreso que fluctúa entre 7 y 14 mil pesos al mes.
Un estudio hecho por Salvador Bonilla, del CEMLA, sobre la base de una encuesta del Banxico, denominado “Migración internacional, remesas e inclusión financiera. El caso de México”, revela que, de acuerdo con los remitentes, en 27% de los hogares se trata del principal ingreso de la familia en México y en otro 41% no es el principal, pero es muy importante. Por eso, el uso principal de la remesa en el hogar mexicano es para los gastos de manutención.
El 83% señaló que ese es el destino de los recursos, mientras que otro 30% también destinó una parte a sus gastos en salud y otro 13% a la educación. Sin embargo, su uso es básicamente para gasto corriente del hogar.
Pese a la importancia del envío, los paisanos se quedan con la mayor parte de su ingreso, el cual gastan en Estados Unidos. Su salario promedio es de 2 mil 600 dólares al mes, por lo que destinan a las remesas entre 13 y 25 por ciento del total que reciben.
La economía mexicana se está volviendo cada vez más dependiente de las remesas, ya que, sin los flujos de los paisanos, millones de familias tendrían un golpe muy severo a sus finanzas y el consumo global de nuestra economía se vería abatido.
Solo para dimensionarlo, el monto que se recibe equivale a 64 por ciento de las ventas totales que realizan las empresas comerciales afiliadas a la ANTAD. De ese tamaño es su relevancia.
De acuerdo con BBVA, hay cinco estados en los que el volumen de sus remesas es equivalente a más de 10% de su PIB: Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Zacatecas y Nayarit. Para esas entidades es crítico que lleguen esos dólares […]
En SÍNTESIS, estamos observando un claro ejemplo de ‘codependencia’ del mexicano en base a las remesas de nuestros migrantes documentados e indocumentados, que en más de 20 millones de personas laboran y se sacrifican desde los Estados Unidos, parte de sus ingresos para seguir apoyando en la manutención de sus familias que aún residen en nuestro país.
A este fenómeno lo denominamos en esta columna editorial «Los mexicanos y los tamaulipecos sobreviven hoy día, gracias al sacrificio quincenal, mensual y anual que los braceros realizan como unos auténticos héroes nacionales».
De hecho, el presidente mexicano ha repetido en más de 10 ocasiones en sus casi tres años de gobierno, ese calificativo.
Sin embargo, no escuchamos ni conocemos verdaderos programas y estímulos en contraparte de esos sacrificios. Sin olvidar que dichos emigrantes salieron de nuestro país, precisamente por no proporcionarles aquí el sustento y el trabajo decente, que fueron a encontrar en los Estados Unidos.
La gran pregunta, y la enorme duda que tenemos los investigadores de este sensible tema, es ¿Por cuánto tiempo podremos gozar de estos privilegios de seguir recibiendo las actuales remesas de nuestros héroes migrantes?
Se pudieran imaginar ustedes, ¿Lo que en este momento de crisis económica y sanitaria sucedería en México sí, los migrantes nacionales dejaran de enviar los más de 46 mil millones de dólares anuales, y los migrantes tamaulipecos los más de mil millones que se recibirán en nuestra entidad, al corte de este año?
Recordando que hoy día, las remesas de migrantes corresponden a la segunda entrada anual de divisas nacionales, abajo de las divisas recibidas por el sector automotriz, pero muy superior a las divisas en dólares recibidas por el sector turismo, el petrolero y el agropecuario.
Este tema se estará convirtiendo en un auténtico dolor de cabeza en lo futuro, donde ahora no se miden las posibles consecuencias, si las remesas inician un ritmo descendente, sea por la propia voluntad de nuestros migrantes, sea por que sean reiniciadas las amenazas de deportación por el gobierno norteamericano, sea por que los Estados Unidos decidan fiscalizarlas o confiscarlas. Por ello se requiere seguir estudiando este escabroso tema y no dejarlo a la deriva por los estudiosos de la migración y las remesas universitarios y de las organizaciones no gubernamentales…

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