A los 6 años de edad, los niños se enfocan en jugar y ser felices, en el caso de Uriel Guadalupe Salazar Sámano su cuarto de juegos era la panadería de su abuelo en la que aprendió el oficio que actualmente le da para vivir dignamente con su esposa y tres hijos.
Uriel, con 42 años de edad, es todo un experto en el arte de hacer pan de todo tipo, desde un bolillo, repostería hasta un pastel de boda.
Al visitarlo en su modesto espacio que adaptó en su casa la cual está ubicada atrás de Lomas de Guadalupe en una colonia que todavía es irregular y que carece de los servicios básicos, Uriel nos platicó como es que hace su trabajo y el mismo lo lleva a vender por las calles de Victoria.
«La panadería es herencia de familia, desde los 6 años comencé a batir la masa, a limpiar las hojas, mi padre y mi abuelo fueron mis maestros», mencionó.
«Todo esto viene de herencia por parte de mi abuelo materno Manuel Sámano, el tenía su panadería ahí en Las Palmas, ya no existe después de que mis abuelos falllecieron mis tíos ya no siguieron con el negocio», expresó.
Destacó que todo comenzó por su abuelo y de ahí su padre Cenobio Salazar que era Albañil, también puso su panadería comenzando a trabajar en forma con él.
Uriel Salazar nos confesó que al cumplir los 18 años dejó de trabajar con su papá y se fue a laborar e restaurantes como cocinero, después estuve en Centros comerciales en el área de panadería hasta que se independizó hace 13 años poniendo su propio horno en su casa.
Alegre y bonachón, nos dijo que diariamente hornea 200 piezas desde conchas, polvorones, margaritas, bisquetes entre otros tipo de pan y refirió que sale a venderlo solo a ciertas personas que viene desde un ejido los cuales le compran para revender.
Uriel tiene a su esposa y a sus hijos Miguel, Muriel y Mariel que en honor a ellos, dijo que cuando se cumpla su sueño de poner su propio negocio se llamaría Panadería Mimuma 1.0.
Uriel Salazar proporcionó su número de celular 8342209356 al que pueden llamarle para hacerle un pedido de pan, del que gusten ya que él sabe hornear de todo tipo, desde un modesto bolillo hasta un exquisito pastel.
