Ofende el “chapulineo legislativo”

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-Legal pero inmoral que legisladores “cambien de camiseta”
-Traicionan al partido que los postuló y a los ciudadanos que los eligieron
-Legislatura tamaulipeca, ejemplo claro de la insana práctica

EL llamado “chapulineo legislativo” es una práctica que, aunque legal, es totalmente inmoral y que, además, ofende impunemente a los ciudadanos que poseen una credencial de elector.

En efecto, atendiendo intereses personales, políticos o económicos quienes son electos para algunos cargos de representación popular, bien sea en el Congreso de la Unión o Congresos Locales, traicionan al partido que los postuló y a los electores que le brindaron la confianza a la hora de cruzar la boleta y depositarla en la urna.

Ante tal situación, legal pero inmoral, es necesario que se regule y se ponga un freno a los legisladores “chapulines” que solo ven por su interés personal, dejando con un palmo de narices al instituto político que los propuso y, a la vez, haciendo añicos la voluntad y confianza ciudadana.

Engrosar bancadas legislativas para empoderar a tal o cual grupo parlamentario a cambio de canonjías o retribución económica no fortalece en nada la democracia mexicana. Por el contrario, en esos casos el voto ciudadano prácticamente es tirado al cesto de la basura.

Si ya de por sí los diputados federales, senadores o legisladores locales gozan fama de servir solo a los intereses partidistas y no a sus representados, con el “cambio de camiseta” se degrada aún más la imagen de quienes se supone fueron electos como representantes populares.

Tan simple que, si los candidatos de tal o cual partido político no están de acuerdo con los liderazgos o ideologías, renuncien a la estafeta y eviten participar en la contienda electoral. Continuar en la competencia al tiempo de escuchar “el canto de las sirenas” proveniente de un partido distinto al que los postuló, no habla bien ni como persona ni como político de quien traiciona a quienes lo eligieron.

Ejemplos sobran, por supuesto, pero citaremos un par de casos en la LXV Legislatura de Tamaulipas: el “chapulineo” de las diputadas LETICIA SÁNCHEZ GUILLERMO, apoyada por Morena, y LIDIA MARTÍNEZ quien representó al Partido del Trabajo.

SÁNCHEZ GUILLERMO y MARTÍNEZ sucumbieron a las “notas melodios$$as” con origen en la Secretaría General de Gobierno y decidieron sumarse a la fracción panista en el parlamento cuerudo. El movimiento en el tablero político cambió la conformación legislativa y dejó a la alianza Morena-PT con 18 curules en lugar de 20.

Si bien es cierto que una pésima labor política de los mandos bajos, medios y altos del partido en el poder nacional provocaron la inconformidad de ambas diputadas, también es una verdad de a kilo que su actitud no se justifica ni con el partido ni con los electores.

LETICIA SÁNCHEZ, quien ni campaña realizó en su distrito en H. Matamoros, logró la reelección gracias a la marca del momento: AMLO-Morena. Lo justo, congruente y moral hubiese sido que la ahora diputada panista renunciara a la candidatura morenista, toda vez que su inconformidad al interior de Morena quedó de manifiesto desde la visita a este puerto fronterizo del dirigente nacional de Morena, MARIO DELGADO CARRILLO.

Hasta el momento, la Legislatura Tamaulipeca está integrada por 16 diputados de Morena, 14 de Acción Nacional, 3 del PRI, 2 del Partido del Trabajo y 1 del Movimiento Ciudadano. Con un par de diferencia, Morena mantiene la mayoría partidista y con su aliado PT alcanza el control de 18 curules, justo la mitad de los integrantes del Congreso Local.

El bloque opositor que encabeza el PAN con 14 diputaciones, empareja los cartones con la suma de los diputados del PRI y del MC.

Lo malo del caso para la causa morenista, es que la General de Gobierno prepara una nueva “S$$infonía” para “convencer a otras dos diputadas de Morena con la intención de lograr la mayoría parlamentaria.

Ante al descarado desvío de recursos públicos, traición partidista y falta de respeto al elector es justo, necesario y urgente que tanto los poderes legislativos como el Instituto Nacional Electoral tomen cartas en el asunto para impedir esa práctica legislativa legal pero inmoral.

DESDE EL BALCÓN:
I.-Con todo respeto para el fervor religioso que inspira San Judas Tadeo, la celebración del santo patrono está convertida en una verdadera fiesta mundana que nada tiene que ver con la católica veneración.
Tal parece que los grupos musicales, vendimia de garnachas, chácharas y chuchulucos son la atracción principal durante las fiestas patronales de San Judas Tadeo, santo que es venerado por atender situaciones difíciles o imposibles.
Cierto es que una celebración va acompañada de jolgorio, pero la verdadera devoción religiosa no debe confundirse o mezclarse con una celebración mundana, como ocurre en esta ciudad fronteriza.
La pregunta es ¿y la autoridad eclesiástica?
Ni hablar.

Y hasta la próxima.
mariodiaz27@prodigy.net.mx

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