Agencias.- Ante la aparición de la nueva variante del COVID-19, Ómicron, científicos de todo el mundo debaten sobre la peligrosidad de la cepa, pues algunos aseguran que podría ser benéfica y sería la solución para acabar con la pandemia.
Aunque podría sonar ilógico que una variante pueda ser la solución para poner fin a la pandemia que desde 2019 azota al mundo entero, lo cierto es que esta tesis está basada en términos científicos y en algunas hipótesis explicadas por varios investigadores.
La esperanza llega después de que algunos expertos aseguraran que en caso de que Ómicron fuera más suave que Delta, esto aseguraría que las vacunas existentes hasta la fecha tendrían resultados aún más positivos que los que han tenido con esta variación.
En caso de ser más transmisible, Ómicron no solo sería una amenaza menor para la humanidad, sino que además lograría convertirse en la variación dominante. Cuando dos variantes de un mismo virus se encuentran en circulación, lo normal es que la más contagiosa sea la que infecte más rápidamente a un mayor número de personas.
“Ómicron también podría marcar el fin del miedo pandémico y convertirse en el inicio de la fase esperada por la comunidad científica de todo el mundo: una relación pacífica entre el hombre y el coronavirus. Si la nueva variante demuestra ser realmente más transmisible, pero menos agresiva, podría estar ahí la adaptación del Sars-CoV-2 que estábamos esperando”, explicó el presidente de la Sociedad Italiana de Virología, Arnaldo Caruso.
“B.1.1.529”, como se le denomina científicamente a esta variante, ya ha sido detectada en todos los continentes, a menos de 20 días de ser rastreada, por primera vez, en Sudáfrica.
Al momento, hay algunos especialistas que han expresado que gracias a su alta contagiosidad y el leve impacto que generan los síntomas de Ómicron, podría ser ésta la variante que genera la inmunidad colectiva, pues sería propagada en tasas más altas sin que esto produjera un riesgo mortal para las y los infectados.