Altamira; tiempo para enmendar

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Altamira, con sus 1,600 kilómetros cuadrados de superficie, es el segundo municipio de Tamaulipas con mayor extensión territorial y el de mayor crecimiento demográfico. Hoy la población con datos reales se estima por arriba de los 360 mil habitantes. Su área industria y puerto petroquímico representan un gran potencial de desarrollo económico.

Sin embargo, esas fortalezas competitivas solo se reflejan en una parte de este municipio. El otro Altamira, el del rezago social y urbano, el de la pobreza, el de calles de lodo y de tierra, el de la hierba y maleza, el de la inseguridad y la falta de alumbrado público, solo existe en los discursos de los candidatos a Alcaldes y a Diputados.

Es cierto, ante el crecimiento de la población, con más colonias y nuevos conjuntos habitacionales, se requieren más servicios y más obra pública. Para ello el presupuesto anual también se ha incrementado y hoy se ejercen un poco más de mil cien millones de pesos cada año.

Todo indica que ese recurso público no está canalizado a cambiarle el rostro a Altamira y no existe una plataforma de transparencia como lo obliga la ley, para que los ciudadanos puedan saber en qué rubros se gasta el dinero de los impuestos que pagan en este olvidado municipio.

Sobre ello, Pedro Zaleta Alonso, aliado en la campaña de Morena, hace público un documento donde reclama al alcalde Armando Martínez Manríquez su falta de palabra para cumplir sus compromisos con la ciudadanía en los más de 100 días de administración. La famosa transformación de Altamira se ha desvanecido, la confianza y la esperanza depositada en la nueva administración se ha ido perdiendo en tan corto tiempo.

Después de más de 18 años de buscar arduamente la oportunidad y el privilegio de encabezar este municipio, Armando Martínez Manríquez no ha demostrado, hasta ahora, ser diferente a otros alcaldes de Altamira. Permanece el favoritismo a las familias cercanas y a los amigos, en particular en la designación de cargos y en la adjudicación de la obra pública, sin tomar en cuenta la participación de la Ciudadanía. Además, los berrinches provocados por traumas del pasado hacen que se gobierne con rencores.

En Altamira es tiempo de enmendar.

vientosdelsur@yahoo.com

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