Por Guillermo Gutiérrez González
Al concluir los primeros 15 días de campaña por la gubernatura de Tamaulipas, todo indica que los astros se empiezan a alinear.
Ya no hay tres; solo dos candidatos, el “heredero” quiere golpear a quien se le atraviese para intentar crecer, pero no pinta más que para ser, tarde que temprano, palero de alguno de los otros dos o buscar en un futuro alguna posición de medio pelo.
En estos tiempos ya no se trata de jugarle al capricho, ahora tenemos que pensar en cómo le irá a Tamaulipas, no en cómo le va a ir a determinado heredero o grupo del pasado, del presente o del futuro.
Y cuando hablo de solo dos, cito a Cesar “el Truko” Verastegui, de la coalición PAN, PRI y PRD, y al “Doctor” Américo Villarreal, de la alianza PT, Morena y Verde Ecologista. Ambos son fuertes en equipos, padrinazgos y fortalezas, mas no en simpatías. Uno parece un tamaulipeco buena onda, bronco y feliz y el otro un actor de una película de suspenso, por decir lo menos.
Mientras uno le apuesta a decir que la mejora de la seguridad en Tamaulipas fue ganada por la actual administración estatal, de donde él fue hasta hace poco el artífice de este logro, el otro se la juega a decir que al estado le va a ir mejor si le seguimos con la política de “ya saben quién”.
De las encuestas mejor no hablemos; llegan unas que dan risa, como aquella que pone al “heredero” como el segundo lugar u otras donde el “Doctor” sostiene ir dos a uno o, una más, donde se dice que “caballo que alcanza gana”. Salvo raras excepciones muy pocas encuestadoras son éticas y atinadas.
El ritmo de las campañas del exsecretario general del actual gobierno panista y del ex subsecretario de salud de un gobierno priista y hoy convertido al morenísimo, son cada vez más fuertes e intensas.
Ahora la demanda es oírles propuestas serias de temas coyunturales. Ya no es tiempo de colgarse del señor que vive en un palacio o de quien supo aminorar la delincuencia en algunos puntos de Tamaulipas: la gente los está midiendo y esto se reflejará en las urnas.
Los fracasos catastróficos de Morena y de AMLO, en los últimos domingos, podrán ser sopesados, contra un gobernador pendiente de un juicio raro y quizás sombrío.
El domingo 5 de junio disipará toda duda.
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