¿Reto o equivocación?

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-Atentado al secretario General de Gobierno genera incertidumbre y zozobra
-El “halconeo” delictivo permite suponer que sí sabían de quién se trataba
-México no será un narcoestado, pero sí está acorralado por el crimen organizado

H. Matamoros, Tamaulipas.- El hecho de que el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR considere que México ya no es un narcoestado como en el pasado, no necesariamente quiere decir que el narcotráfico y crimen organizado ya no operan a lo largo y ancho de la república mexicana.

La actividad delincuencial con la corrupción e impunidad como escudo se ha incrementado en grado superlativo en lo que va de la actual centuria, incluyendo, por supuesto, el sexenio de la Cuarta Transformación.

Los acontecimientos recientes en Guanajuato, Michoacán, Chiapas, Guerrero, Veracruz y Tamaulipas son ejemplo claro del grave problema que enfrentan México y los mexicanos en materia de seguridad pública.

Es decir, la retórica presidencial no coincide con la violencia extrema que se vive en distintas latitudes mexicanas, lo que, a su vez, se traduce en un argumento claro y preciso del fracaso del programa “abrazos, no balazos” y becas a jóvenes para que no se sumen a las filas del crimen organizado.

En poco o nada contribuye a la tranquilidad ciudadana el hecho de que el huésped de Palacio Nacional asegure que se trata de enfrentamientos entre grupos antagónicos y que “los va acusar con sus mamás y abuelos”.

En Tamaulipas, justo en la esquina noreste del país, el atentado a balazos que sufrió el secretario general de Gobierno, HÉCTOR JOEL VILLEGAS GONZÁLEZ, cuando se desplazaba de Río Bravo, su ciudad natal, a la capital del estado, en un tramo de carretera federal entre Reynosa y San Fernando.

Al margen del grupo delictivo que cometió la agresión armada y que, si se trató de un reto o una equivocación, el hecho desnuda la realidad que se padece en algunas regiones tamaulipecas, principalmente en la zona norte y en el tramo conocido como la “frontera chica”. De lo que no queda ninguna duda-con justificada razón-es que el temor del secretario General de Gobierno se vio aún reflejado horas después cuando a través de un video fijó su postura con relación al caso.

El blindaje del vehículo que tripulaba el segundo funcionario del organigrama del gobierno de Tamaulipas evitó que las balas alcanzaran su humanidad y la de sus acompañantes.

VILLEGAS GONZÁLEZ logró llegar sano y salvo a ciudad Victoria para participar en la Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz que presidió el gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, trabajos en los que participaron los representantes de las distintas corporaciones armadas estatales y federales.

El incidente que colocó a Tamaulipas en negativos espacios mediáticos nacionales sería una demostración de fuerza del crimen organizado orientado a que el gobierno estatal y el apoyo de las fuerzas federales se mantengan alejados de sus actividades ilícitas.

El sistema de vigilancia (halconeo) que mantienen los grupos delincuenciales hace punto menos que imposible que los agresores no supieran quienes integraban el convoy que salió de Río Bravo con dirección a ciudad Victoria; máxime que es la ruta ordinaria del también ex presidente municipal de aquella población fronteriza.

Sobra decir que el encargado de la política interior del actual gobierno estatal morenista está plenamente enterado del conflicto entre grupos rivales que han provocado zozobra, incertidumbre e inseguridad en zonas urbanas, rurales y tramos carreteros entre las ciudades fronterizas de Matamoros y Reynosa.

Lo lamentable y preocupante del caso es que, justo en la petrolera ciudad Reynosa se ubican las instalaciones de la Octava Zona Militar y la Delegación de la Fiscalía General de la República, lo que, obviamente, debiera representar cierto freno o cautela de los integrantes del crimen organizado.

Al margen de la identidad de la célula delictiva responsable del ataque a HÉCTOR JOEL VILLEGAS y el relativo apoyo del gobierno Federal, lo cierto es que el atentado, reconózcase o no, representa un reto al gobierno estatal morenista a pesar de la estrecha relación que existe entre el gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA con el presidente ANDRÉS MANUEL LÓPEZ OBRADOR.

Ni hablar.

DESDE EL BALCÓN:
I.-Por cierto, otra evidencia de que la delincuencia organizada no respeta grados ni órdenes de gobierno es lo que sucede en la otrora tranquila ciudad Victoria, la capital de Tamaulipas y centro del poder político.
La violencia se ha apoderado de sus calles como consecuencia de la disputa por esa plaza estratégica para las actividades delictivas de alto nivel.
La pregunta obligada es ¿podrá el gobierno americanista devolver la tranquilidad a victorenses y tamaulipecos?

Y hasta la próxima.
mariodiaz27@prodigy.net.mx