Desde el inicio de este siglo XXI, los equilibrios entre los países ricos del grupo de los privilegiados representados en el G7 y los 38 socios de la OCDE, han venido menguando su poderío y visto crecer en contrapartida, a nuevos integrantes representados por los llamados países emergentes, liderados en el grupo BRICS por China y la India, respaldando a Rusia que está pretendiendo emerger a su sueño de integrar a sus ex colonias de la extinta unión soviética. La invasión de Ucrania es un claro ejemplo de ello.
La ampliación de la pobreza que cada vez decae en mayores flagelos de desigualdad social, económica y educativa, hace que los países con mayor rezago del mundo, ubicados en grandes lugares de África, Asia, América y el Caribe, tiendan a despoblarse en base del renacido fenómeno de los grandes éxodos migratorios.
Por otra parte, los países otrora poderosos petroleros integrados en la vieja OPEP (Organización de Países Exportadores de Petróleo), se estén empobreciendo y cayendo en guerras civiles y regímenes autocráticos, mismos que por necesidad y simpatizar con el bloque de los gobiernos sin elecciones regulares, se están reagrupando y consolidando como un grupo contestatario de los países occidentales.
Así hoy se observa a Siria, Iraq, Afganistán, Irán entre otros fallidos gobiernos, sumarse a China y Rusia ampliando y fortaleciendo al grupo BRICS.
De esta forma, el pasado 24 de agosto el grupo de emergentes encabezado por China elige en la cumbre de Sudáfrica seis nuevos miembros entre los 30 países que mostraron interés en unirse al club; aceptaron a seis nuevos países, que son Argentina, Egipto, Irán, Etiopía, Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos, convirtiéndose en nuevos miembros del bloque a partir del 1 de enero de 2024.
La decisión se adoptó durante la reunión que los actuales miembros de este grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), en su última sesión celebrada este agosto en Johannesburgo.
México desde hace 5 años, cada vez se acerca más a esos países, sumando a Venezuela, Cuba y Nicaragua en ese paradigma.
La crisis que contrajo la pandemia del Covid-19, en medio de este desajuste de bloques económicos, vino a exponer con mayor velocidad los nuevos equilibrios que hoy padece la humanidad.
Significa, que la pobreza contrae cada vez mayor desigualdad, y provoca a la larga emigraciones y nuevos bloques mundiales.
Así muchos países inician su ciclo de ser países emergentes, después en vías de empobrecimiento, como es el ejemplo de Venezuela, que hoy es un país expulsor de mano de obra, pero sobre todo de población de clase media y de muchos ricos venezolanos.
A ese fenómeno se le acerca peligrosamente Argentina, con los fallidos gobiernos recientes. Por lo que pudiera pasar pronto a Argentina, Perú, Bolivia y Colombia, si continúan teniendo erráticos gobiernos.
Lo mismo pasa ahora a México, que desde 2018 el país inició nuevamente a expulsar grandes diásporas de trabajadores del campo y la ciudad, con el agravante que estas olas migrantes mexicanas, cada vez incluyen más ciudadanos de clases medias y profesionistas, lo que contrae que existan fugas de cerebros y fugas de capitales.
La pobreza, desigualdad, violencia y el cambio climático, hoy están rompiendo el paradigma de la frágil estabilidad mundial.
Hoy se está desestabilizando el endeble equilibrio norte-sur, este-oeste, y el mundo está entrando al reto de una nueva crisis económica que contrae recesión e inflación, una espiral peligrosa que presiona a volvernos a encerrar como economías protegidas.
Se observa una nueva guerra fría y se percibe que se está rompiendo el eje de los países europeos con occidente, bajo un cada vez más débil liderazgo norteamericano, y un fortalecido eje de los países emergentes del grupo BRICS, que amenazan a ampliar su influencia a nuevos países de corte populista bajo el liderazgo de China y Rusia.
La democracia mundial cada vez más expuesta, y los regímenes autocráticos ampliando su radio de acción.
De un mundo bipolar, nos encaminamos a un mundo anti democrático y populista, con predominio de países dictatoriales y autoritarios.
Este escenario se deberá estudiar con más seriedad y replantear el futuro de un mundo con cada vez más fenómenos meteorológicos y amenazas de sequías que se vuelve cada vez más inhabitable, peligroso y violento.
Finalmente, la evidencia científica es inequívoca, el cambio climático constituye una amenaza para el bienestar de la humanidad y la salud del planeta. Si se sigue retrasando la puesta en marcha de una acción concertada a nivel mundial, se agotará el plazo breve y en rápida disminución del que disponemos para asegurar un futuro digno.
En síntesis, vivimos un tiempo convulso, donde las fuerzas políticas se están enfrentando, mientras tanto, no paramos al cambio climático, y observamos sin sorprendernos que los países pobres se vuelven más violentos y tienden a expulsar grandes diásporas de sus pobladores.
¿Será el Fin de la Democracia moderna?