Por Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam.- Talón de Aquiles de los políticos norteamericanos, las caravanas de migrantes representan un problema irresoluble para los dos partidos allende el Bravo. Con pros y contras que afloran de manera simultánea y se antojan irreconciliables.
Ambigüedad, posturas contradictorias, excluyentes. Los odian pero los necesitan y esto lo dijo en forma algo majadera (y, por supuesto, racista) VICENTE FOX en el lejano 2005, con aquello de que los indocumentados mexicanos hacen el trabajo rudo “que ni los negros quieren” (https://tinyurl.com/ynfj9wlq).
Lo cual en su momento provocó que una delegación de líderes afroamericanos se dejara venir desde el vecino país hasta la mansión presidencial de Los Pinos para presentar su reclamo.
Brutal manera de decir las cosas, uno más entre su larga lista de rebuznos, aunque con un rabillo de certeza. Algo hay, en efecto. La irresistible tentación de mano de obra barata, escasamente regulada en pagos y prestaciones.
Desde aquel tiempo y ahora (pero sobre todo ahora) abrir y cerrar la llave de los migrantes en la frontera sur mexicana se ha convertido en un amago real, palpable, que por igual pone nerviosos a demócratas y republicanos.
Lo he comentado aquí de manera recurrente. Hasta 2018 los migrantes venían por grupos pequeños, en autobuses o camiones cargueros. Desde 2018 llegan en larguísimas caravanas, muchedumbres en movimiento, verdaderos éxodos, con crisis humanitaria incluida.
La diferencia es que al norte del río Suchiate un gobierno les habló con inusual dulzura, les enseñó la chuleta y en vez de llegar por docenas se dejaron venir por centenares y luego por miles.
EL UMBRAL
Al arranque de su mandato, ANDRÉS MANUEL mandó señales no solo claras sino grandilocuentes, con lujo de exhorto, al decir a los potenciales migrantes que en México podrían obtener visas temporales de trabajo.
Igual les prometió alguna suerte de cobertura en nuestro sistema de salud y además aseguró (junio de 2019) que ya había acordado con los industriales de la maquila 40 mil empleos para dar trabajo a los migrantes. (https://tinyurl.com/yts9bumg).
Lo cual escaló (multiplicó, disparó, catapultó) el número de indigentes originarios de Centro y Sudamérica que atiborraron en pocos días nuestra línea fronteriza con Guatemala.
Con ellos se estrenó la Guardia Nacional, cuando las solicitudes se agotaron en pocas horas y el entonces canciller MARCELO EBRARD hubo de viajar a Washington para dar explicaciones y prometer una maniobra efectiva de contención.
El fenómeno, por supuesto, provocó espanto en la Casa Blanca, habitada en aquel tiempo por DONALD TRUMP, el presidente más xenófobo que se recuerde en la Unión Americana.
Caricaturistas de allá mismo evocaban el clásico sueño de los corderitos brincando una cerca, pero con algunos cambios. Es decir, como pesadilla, con TRUMP aterrorizado mientras desde su cama imaginaba largas filas de hondureños cruzando el río Bravo.
A la fecha, en el presente enero de 2024, el espejismo mexicano continúa vigente. Hoy la prensa le está tupiendo muy duro al director del Instituto Nacional de Migración, FRANCISCO GARDUÑO YÁÑEZ, por la postura ambivalente o, más bien engañosa, ante el más reciente desplazamiento, el llamado “Éxodo de la pobreza”.
Una caravana de aproximadamente cinco mil centroamericanos que ya logró incursionar en territorio nacional y avanza por entidades como Oaxaca, a quienes GARDUÑO habría prometido regularizar su estancia en México y otorgarles servicio asistencial en el DIF.
CONFLICTO BILATERAL
Aunque la presión estadounidense pudo más y por ello los mismos agentes de migración con apoyo de la Guardia Nacional incumplieron la promesa y trataron de dispersar a los viajantes.
Misión, por cierto, imposible, pues los afectados (ya muy molestos) se están reagrupando para continuar su azarosa procesión rumbo al sueño norteamericano.
En el presente caso, hacia la frontera con Texas, razón que debiera preocupar no solamente a su gobernador GREG ABBOTT (hoy día, hecho una furia) sino también a las autoridades estatales del lado sur. En particular, las del noreste mexicano: Coahuila, Nuevo León, Tamaulipas.
Más envalentonado anda el señor ABBOTT ante la perspectiva de que un aspirante presidencial con fobias idénticas como es el propio TRUMP se encuentra en fulgurante campaña, con buenos números en las encuestas y alta probabilidad de triunfo en los comicios del 5 de noviembre próximo.
Pero el tema sigue siendo el uso político del flujo migratorio. La mano que abre y cierra dicha llave desde Palacio Nacional, calculando con gesto travieso la dosis de enojo que provoca con cada giro entre las autoridades estadounidenses, empezando por el presiente JOE BIDEN.
Digamos que calculando cada vuelta de tuerca, en una dirección o en la otra, nomás para observar que caras ponen TRUMP y BIDEN. O qué gritos pega el señor ABBOTT, sin olvidar al viejo sheriff de Maricopa, Arizona, JOE ARPAIO.
Con toda la intención de que su privilegiado control sobre el flujo migratorio esté presente, de tiempo en tiempo, en la mesa bilateral de negociaciones con la gran potencia imperial. Sacarle jugo a tal temor y dicho enojo.
Ello, aunque este columnista sigue pensando (y repitiendo) que el problema no es gringo ni mexicano. Más bien habría que reclamarle a los países de origen por las condiciones de pobreza, criminalidad y hasta de persecución política que motivan dichos éxodos.
Emplazar una diplomacia activa y multilateral en dicha dirección. Perdonando la broma, pero a tales gobiernos habría que cantarles aquella canción sudamericana de: “ese muerto no lo cargo yo, que lo cargue el que lo mató.”
Deslindar responsabilidades.
BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com
WEB: http://lopezarriagamx.blogspot.com