Nota roja, tema de campañas

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Por Carlos López Arriaga

Cd. Victoria, Tam.- Dada la estadística criminal que hoy sobrecoge a este país, donde las masacres parecen sucederse una semana tras otra, resulta inevitable el que la oposición encuentre en ello el tema central de su narrativa electoral. Un nicho de mercado.

Inevitable porque está en el ambiente, redes y medios todos los días. Como dije ayer, se trata de un filón que se actualiza constantemente y refuerza la relatoría de quienes argumentan contra la continuidad y en favor del cambio.

Dado que la escalada delictiva viene, al menos, del calderonato, el propio ANDRÉS MANUEL hizo uso del mismo problema en sus tiempos de opositor, del 2006 al 2018. Lo supo aprovechar con su oferta de “serenar al país”, prometiendo desde aquellos años una “república amorosa”

Que nadie se extrañe, pues, si hoy lo hace también XÓCHITL GÁLVEZ. Todo indica que la nota roja habrá de convertirse en el principal filón temático de su discurso, al menos de aquí a junio.

No se puede meter mucho a las propuestas sociales porque ese es un renglón fuerte del obradorismo. Ya comenté aquí que la corrupción tampoco es tema que impacte demasiado al votante mayoritario. Es más de clases educadas.

Hoy preocupa la inseguridad. La gente incluso está aprendiendo a distinguir entre narcotráfico y delincuencia organizada. Con el primero, el país coexistió sin demasiados problemas durante el siglo 20, desde que la revolución se bajó del caballo.

La irritación ciudadana descansa en lo segundo porque se enfoca sobre la renta nacional, realiza funciones antes exclusivas del SAT y arrebata el monopolio de la fuerza a las corporaciones de seguridad.

Sobre todo porque (1) siendo tan grave el problema, amén de (2) representar una amenaza inmediata para todos los estratos sociales, (3) afecta a toda la geografía del país y de sobra sabemos que (4) va a estar presente y en retroalimentación permanente durante los meses de campaña.

 

EL REFERENTE

La opinocracia nacional está hoy recordando el gran tema de la campaña presidencial norteamericana en 1992, cuando el presidente republicano GEORGE BUSH (padre) intentaba reelegirse hablando de sus victorias diplomáticas globales.

Ello, mientras su oponente demócrata BILL CLINTON lo atajaba recordándole la preocupación principal del estadounidense promedio con una frase que haría historia: “the economy, stupid!” (¡es la economía, estúpido!).

Con esta rápida expresión, CLINTON hacia girar las miradas de la nación a los dolores de bolsillo que afectaban a las familias. Carestía, concentración excesiva de la riqueza, falta de oportunidades,

De poco servía festinar el derrumbe de la Unión Soviética y la desintegración del Pacto de Varsovia si los norteamericanos no veían reflejar en sus ingresos la bonanza de las élites impulsada por los gobiernos de RONALD REAGAN y el propio BUSH.

Por eso, los observadores mexicanos de ahora traen el tema a cuento, ante el inocultable problema de la ola criminal que, si bien es cierto, empezó con el siglo y la llegada de VICENTE FOX, ahora se observa más grave que nunca.

De aquí el que argumenten (parafraseando a CLINTON) algo así como “es la inseguridad, estúpido”, más allá de cuáles son y deberían ser los límites entre la propiedad pública y la privada o si funcionan bien o mal el tren maya, Dos Bocas y el AIFA.

Lo inmediato, lo candente, lo apremiante para todo el país, sin distingo de ideologías, partidos, clases sociales, ideas religiosas o regiones geográficas, es la criminalidad que brota a borbotones en los medios.

Podrán decir que la prensa exagera, que hace un uso amarillista deliberado para vender (o como pretexto para atacar a la 4T), aunque ello no desmiente las noticias de cada día. Hoy en Chiapas, mañana en Guerrero, Guanajuato, Michoacán, Edomex o Oaxaca.

 

DISTINTO ENFOQUE

¿A que nos lleva esto?… La ventaja para el bando oficialista es que las campañas aún no empiezan y si las oposiciones insisten en focalizar la atención en la inseguridad, el efecto podría revertirse si en las semanas y meses subsiguientes el gobierno se avoca a presentar resultados.

Y en esto cabe recordar que la hoy cuestionada política de “abrazos no balazos” tuvo por excepción la capital del país, donde la mano dura de OMAR GARCÍA HARFUCH se dejó sentir a contracorriente de la manga ancha nacional.

Habría, pues, de origen, una poco comentada divergencia de criterios. El tema de la violencia ha estado presente en cada reunión sostenida por CLAUDIA con grupos patronales, nacionales y extranjeros, incluyendo las asociaciones empresariales del ramo agropecuario. Agricultores y ganaderos.

El caso es que XÓCHITL ya metió el tema a la olla, ya lo politizó, lo partidizó, le otorgó un lugar principalísimo dentro del gran diálogo nacional que representan las campañas.

La doctora SHEINBAUM puede responder con cifras benévolas en su gestión al frente de la capital mexicana. Pero no puede responder por lo que ocurre en el resto de la república.

Quienes deben hacerlo (no con argumentos, sino con hechos) son las corporaciones de seguridad, las fuerzas armadas, SEDENA, SEMAR, Guardia Nacional. Menos abrazos, más acciones de justicia, en defensa del estado de derecho. Aplicar la ley, nada más.

Comenté esto hace año y medio, tras el ascenso del doctor VILLARREAL ANAYA a la primera magistratura del Estado. Me pareció prudente entonces (y ahora resulta urgente) reconsiderar el paradigma obradorista de “abrazos, no balazos”.

No para retomar la fracasada estrategia panista (desde luego) pues el gran error de CALDERON frente al árbol jerárquico de las organizaciones delictivas, consistió en podar arriba y permitir abajo. Lo adecuado es, precisamente, lo contrario.

 

BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com

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