Por Carlos López Arriaga
Cd. Victoria, Tam.- No existe un método infalible que deje satisfechos a todos los contendientes (o, al menos, a los principales) durante los procesos internos efectuados por los partidos para seleccionar candidaturas.
Tiro por viaje, siempre hay gente inconforme. De un año a otro, la diferencia descansa en el tamaño del reclamo, la jerarquía de los quejosos, la fuerza de sus argumentos y la capacidad que tengan los encargados del proceso para actuar con la inteligencia necesaria y capacidad negociadora.
Queda claro que elegir implica excluir. Alguien gana, otros se quedan en el camino, a menudo dando curso a su frustración y en la dinámica del reclamo, la protesta y (peor) la descalificación del procedimiento. A veces con razón, no siempre.
El tema se torna muchas veces inmanejable cuando en etapa temprana, los aspirantes empiezan a sumar apoyos, recursos, socios, simpatizantes que le ponen quintos a la charola.
De aquí el fenómeno que vimos a finales de la era priísta. Que equipos perdedores, formados, aceitados, con estructura y bolsa, en lugar de disciplinarse, se cambien de trinchera.
Y como nunca falta un roto para un descocido, siempre habrá membretes listos a capturar inconformidades. La era de la alternancia se dibujó así en los municipios de Tamaulipas, durante las últimas décadas del siglo 20.
MADRUGUETE Y CICATRIZ
Así nació la necesidad que gobernadores y dirigentes encontraron de agarrarle tiempo al tiempo. Esto es, adelantar lo más posible la definición de las candidaturas, para provocar en etapa precoz el efecto “cargada”, buscando con esto desanimar a los demás aspirantes.
Lo cual se complementaba con la llamada operación cicatriz, consistente en buscar de inmediato a los principales perdedores para compensarlos con algún cargo (Oficina Fiscal, Comapa, dirigencia local del partido, otras) amén de posiciones en el ayuntamiento entrante.
Ello, en conciencia de que la “disciplina partidista” es poco efectiva cuando los intereses en juego rebasan cierto umbral. Tampoco sirve de mucho la fidelidad a principios o doctrinas. Para la lógica cruda del poder, cualquier membrete resulta un desfogue útil.
Adelantarse a los hechos y madrugarle a los ambiciosos permitía posicionar al candidato antes de que similar ambición cundiera en otros grupos. Buscando siempre cooptar inconformidades mayores.
No era un sistema perfecto, pero permitió al partido tricolor seguir logrando carros completos en etapa tardía, cuando ya reinaba la primera alternancia nacional, bajo FOX y CALDERÓN.
TORMENTAS PREVISIBLES
Tampoco es nueva, pues, la pataleta registrada en Reynosa y Matamoros, que hoy sacude a MORENA como partido oficial todavía bisoño, que no logra todavía administrar sus tiempos con la eficacia debida.
Le pesa la novatez de la dirigencia estatal YURIRIA ITURBE. Y la impericia de esas otras manos que en los viejos tiempos del PRI solían prestar asistencia desde el gabinete político estatal.
Les tocó capotear reyertas similares a dirigentes del partido gobernante como ERNESTO GUAJARDO, ANTONIO MARTÍNEZ TORRES, OSCAR LUEBBERT, ELISEO CASTILLO, OMAR ZAMORANO, CHUY VEGA y tantos más.
El berrinche, pues, tiene antecedentes en la memoria periodística. Aunque son tormentas que, por tener lugar en el calendario, serían en buena medida evitables mediante la planificación debida y la acción oportuna.
Dice el diccionario de la Real Academia Española que berrinche es “rabieta o enojo grande”, proviene de berraco (verraco) y hace alusión al relincho de un equino o el gruñido de un cerdo.
Estallido emocional, reacción frenética cuando alguien ve frustrado un deseo. Desde luego, en los niños resulta repentino. No así en la competencia política entre adultos, que tiene calendarios precisos y etapas previstas.
TOPE BORREGO
La nota de estos días abunda en perturbaciones así, que en Matamoros tienen por principal protagonista al alcalde saliente MARIO LÓPEZ HERNÁNDEZ, apodado (por sus caireles) “La Borrega”.
Ha gobernado dos veces consecutivas, de 2018 a la fecha. Al menos por eso será recordado en años venideros, siendo el primer alcalde reelecto en la historia de dicho municipio.
Sorprendió (para mal) su pataleta contra el proceso de selección que culminó en la nominación para la alcaldía del diputado local con licencia ALBERTO GRANADOS FAVILA.
Las crónicas hablan de un MARIO LÓPEZ enfurecido, repartiendo insultos a diestra y siniestra, pese a que fue premiado con una candidatura a diputado federal por el PVEM.
Con vocabulario tan florido como amenazador, “La Borrega” se dio de topes con la realidad, lanzando al aire un exabrupto rudo, del cual sería útil que tomen nota en Palacio Nacional, cuando dijo:
-“Y el cabrón o la cabrona que venga a manipularlos y a ordenarles que nomás voten por MORENA, que chingue a su madre, así de sencillo.”
Distinta es la trifulca paralela que se vive en Reynosa. Desde un principio era claro que el alcalde CARLOS PEÑA buscaría su reelección, al igual que su colega CARMEN LILIA CANTUROSAS en Nuevo Laredo.
No había lugar a la sorpresa. Con clara lógica, la también diputada local con licencia MAGALY DEANDAR ROBINSON hace un válido reclamo como participante del proceso selectivo.
Bronca, sin duda, muy diferente a la machincuepa de LÓPEZ HERNÁNDEZ en Matamoros, cuyos insultos parecen apuntar tan alto, que vaticinan desde ahora un efecto bumerang. Que regresen en tiempo y forma para estallarle en pleno rostro.
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