Coordinación, sí; subordinación, nunca

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Yessica Aupart

Una vez más, México demuestra que la soberanía no se vende. La reciente negociación entre la presidenta Claudia Sheinbaum y su homólogo estadounidense, Donald Trump, es una prueba de liderazgo, firmeza y compromiso con la defensa de los intereses nacionales.

Frente a una decisión irracional y unilateral de la Casa Blanca, nuestra presidenta le entró con determinación y logró lo que pocos creían posible: frenar la imposición de aranceles del 25% a las exportaciones mexicanas y, al mismo tiempo, exigir un esfuerzo real por parte de Estados Unidos para frenar el tráfico de armas que alimenta la violencia en nuestro país.

Trump intentó aplicar la vieja estrategia de la amenaza y la presión comercial, pero esta vez se encontró con un gobierno que no se doblega. Empresas, gobiernos locales y sectores económicos de ambos lados de la frontera alzaron la voz contra una medida que habría resultado contraproducente también para Estados Unidos.

La realidad se impuso y Trump tuvo que escuchar razones. No fue una concesión, sino un ejercicio de diplomacia en el que Claudia Sheinbaum se mantuvo firme en su postura: ¡Cooperación sí, pero en términos de equidad!

El acuerdo alcanzado es claro: México refuerza su frontera norte con 10 mil elementos de la Guardia Nacional para frenar el tráfico de fentanilo, pero, en reciprocidad, Estados Unidos se compromete a tomar medidas efectivas para evitar el flujo de armas de alto poder a nuestro territorio. Además, los equipos de ambos países trabajarán en conjunto en temas de seguridad y comercio, marcando una nueva etapa en la relación bilateral.

Este acuerdo no es un simple compás de espera. La presidenta Sheinbaum dejó claro que México no aceptará amenazas ni chantajes disfrazados de diplomacia. Trump quería imponer su voluntad a base de presiones comerciales, pero terminó encontrándose con una líder que le exigió dejar las amenazas y ponerse a trabajar en soluciones reales y conjuntas.

El mensaje de México es contundente: no somos un país sometido ni una extensión de los intereses estadounidenses. La soberanía se defiende con hechos, y este acuerdo es una muestra de ello. Falta mucho camino por recorrer, pero por primera vez en mucho tiempo, la relación con Estados Unidos se maneja con dignidad y con el interés de los mexicanos por delante.

La presidenta Claudia Sheinbaum dejó clara una postura diplomática de altura: ¡Coordinación, sí; subordinación, nunca!