«SABEMOS CÓMO EMPEZÓ, NO COMO TERMINARÁ LA GUERRA COMERCIAL»

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Dr. Jorge A. Lera Mejía.

La locura desatada por Donald Trump, la noche de este lunes 3 de marzo, a las 12 hora de Washington, sabemos cómo inició, ya intuíamos que nada detendría los ímpetus de grandeza del presidente norteamericano, sin duda esta fue «una crónica anunciada y cantada», pero aun no sabemos en que va a terminar esta guerra global que estará trastocando el mundo del libre comercio, como hasta este marzo se venía desarrollando desde la pasada década de los 90’s del siglo pasado.

La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles del 25% a productos importados desde México y Canadá ha desencadenado una serie de consecuencias económicas significativas para México.

Los aranceles del 25% sobre productos mexicanos aumentarán el costo de las exportaciones hacia Estados Unidos, lo que puede reducir la competitividad de las empresas mexicanas en el mercado estadounidense. Esto podría llevar a una disminución en las ventas y, por ende, en la producción.

El aumento en el costo de las materias primas importadas de Estados Unidos, como el acero y el aluminio, podría encarecer los costos de producción para las industrias mexicanas. Esto podría traducirse en un incremento de precios para los consumidores, presionando al alza la inflación.

La disminución en la producción y las exportaciones podría llevar a una pérdida de empleos en sectores clave como la manufactura y la agricultura, afectando negativamente el mercado laboral mexicano.

La incertidumbre económica y las medidas proteccionistas han llevado a una depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense, lo que complica aún más las importaciones y aumenta los costos para las empresas que dependen de materias primas extranjeras. Diversos analistas del sector privado mexicano, estiman que el impacto inmediato de los aranceles a nuestro país podrán hacer rebasar el tipo de cambio a más de 22 pesos por dólar, así como desacelerar aún más en crecimiento del PIB, amenazando una posible recesión a finales de este año.

México y Canadá han anunciado planes para responder con aranceles a las importaciones estadounidenses. Estas medidas de represalia pueden tener efectos significativos tanto para Estados Unidos como para los propios países que las implementan. Sin olvidar las asimetrias que en cada país influyen las exportaciones contra su participación del PIB. Basta recordar que México exporta a EEUU 480 mil millones de dólares; Significa el 34% del PIB mexicano y 80% de sus ventas al exterior. Por su parte, EEUU exporta a México sólo 1.3% de su PIB y 9% de sus exportaciones.

En esta nueva guerra comercial pierde México mas que EEUU.

Canadá ha prometido imponer aranceles del 25% sobre productos estadounidenses, lo que afectaría sectores como la agricultura y la manufactura en Estados Unidos. Esto podría generar pérdidas económicas para empresas estadounidenses que exportan a Canadá.

Aunque Canadá no aplicará aranceles a productos energéticos como el petróleo crudo, otros productos clave como madera podrían verse afectados por futuras inversiones y posibles aranceles.

México ha anunciado que responderá con medidas arancelarias, aunque aún no ha detallado el alcance exacto de estas represalias. Se espera que México anuncie sus medidas de represalia el próximo domingo en una concentración masiva que se antoja más cómo un anuncio hacia el pueblo mexicano y no se prevé que incida ni tome influencia en el ánimo de los Estados Unidos.

Las represalias mexicanas podrían afectar la relación comercial bilateral con Estados Unidos, complicando aún más el flujo de bienes y servicios entre ambos países.

La escalada de la guerra comercial no solo afecta a México y Canadá, sino que también tiene implicaciones globales, debemos recordar que Trump ya amenazó con replicar aranceles similares a los 27 países integrantes de la Unión Europea. Además, que insiste en anexar a Groelandia y el Canal de Panamá, a sus ambiciones expansionistas.

La incertidumbre generada por estas medidas proteccionistas puede desencadenar una inestabilidad económica global, afectando a otros países que dependen del comercio internacional.

La inestabilidad económica y las medidas arancelarias pueden disuadir a los inversores extranjeros, afectando la confianza en las economías involucradas. El hasta ayer recomendado «nearshoring», podría pasar a segundo termino por el temor de los inversionistas extranjeros, principalmente asiáticos, de arriesgar nuevas inversiones en México, incluso, se podrán paralizar proyectos ya anunciados.

El impacto de corto plazo en la economía mexicana incluye un encarecimiento de las exportaciones, posibles pérdidas de empleo, y una mayor inflación. Las represalias de México y Canadá pueden generar un efecto dominó en la economía global, complicando aún más el panorama comercial internacional.

Para mitigar los efectos negativos de esta guerra comercial, se podrían experimentar algunas acciones de corto plazo para México:

Buscar nuevos mercados para las exportaciones mexicanas, reduciendo la dependencia del mercado estadounidense.

Fomentar la inversión en sectores que no están directamente afectados por los aranceles, como servicios o tecnología.

Mantener un diálogo abierto con Estados Unidos para buscar una resolución pacífica y evitar una escalada mayor del conflicto comercial.

Implementar políticas de apoyo a las empresas afectadas, como subsidios o programas de financiamiento especializados.

En última instancia, la clave para superar esta crisis comercial radica en la capacidad de México para adaptarse rápidamente a las nuevas condiciones del mercado y buscar oportunidades en otros frentes comerciales.

En síntesis, para los próximos meses se espera una intensificación de la «guerra comercial global».

Estados Unidos ha impuesto aranceles a México, Canadá y China, lo que ha desencadenado represalias de estos países. China está preparada para una escalada mayor con Estados Unidos. Se prevé que las políticas comerciales proteccionistas de Estados Unidos continúen, lo que podría provocar más tensiones comerciales.

Esto podría afectar el crecimiento económico mundial y aumentar la inflación. La situación se complica por la creciente intervención estatal en la economía y la fragmentación de las cadenas de suministro…