«AVA: Desde el Puente Roto hasta el Puente de la Esperanza»

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Por: Lic. Bárbara Lera Castellanos.

Mañana martes, después de esperar más de 13 años de reconstrucción, por fin el gobernador Américo Villarreal Anaya, acompañado del Secretario de Obra Pública de Tamaulipas, los dos alcaldes de la zona conurbada, encabezado por el presidente de Altamira, Armando Martínez Manríquez, así como el coordinador de la ASIPONA Altamira, darán el banderazo final de la tan anhelada reconstrucción del llamado Puente Roto, hoy Puente de la Esperanza en Altamira. Justo dos días antes del arranque de la semana santa mayor de vacaciones de la zona.

Durante la última década, la historia del llamado “Puente Roto” en Altamira, Tamaulipas, ha sido un reflejo de los sufrimientos, sacrificios y esperanzas de toda una región. Inaugurado a finales de 2010 por el entonces presidente Felipe Calderón, el puente, que costó 170 millones de pesos, fue concebido como una solución estratégica para conectar el Libramiento Altamira con el Puerto Industrial, facilitando el tránsito de carga y vehículos particulares. Sin embargo, apenas seis meses después de su apertura, en junio de 2011, el puente fue cerrado debido a graves fallas estructurales: hundimientos, grietas y filtraciones que lo volvieron intransitable y peligroso.

El cierre del puente marcó el inicio de una larga etapa de penurias para los habitantes y transportistas de Altamira. Durante más de una década, la ausencia de esta vía obligó a miles de vehículos, especialmente de carga pesada, a desviarse por rutas alternas, saturando el tráfico en el centro de la ciudad y aumentando los tiempos de traslado. El impacto fue devastador: se registraron al menos 56 accidentes automovilísticos relacionados con el desvío, con un saldo trágico de aproximadamente 24 personas fallecidas. El puente, abandonado y deteriorado, se convirtió en símbolo de frustración y desconfianza hacia las autoridades y las constructoras responsables.

La situación se agravó por la disputa legal entre la Administración Portuaria Integral de Altamira (hoy ASIPONA) y la constructora Dufrosa, responsable de la obra. La denuncia por vicios ocultos y la falta de aplicación de la fianza de reparación impidieron durante años cualquier intervención significativa. Mientras tanto, el puente seguía deteriorándose: postes caídos, asfalto dañado y hasta robos de infraestructura eléctrica.

La presión social creció. Ciudadanos afectados por accidentes y líderes comunitarios exigieron la intervención de los tres niveles de gobierno. Sin embargo, la complejidad legal y la falta de recursos mantuvieron el proyecto estancado, mientras la cifra de víctimas y el costo económico seguían aumentando.

Fue hasta la administración del gobernador Américo Villarreal Anaya cuando finalmente se destrabó el proyecto. Reconociendo la urgencia y el valor estratégico del puente, Villarreal Anaya, en coordinación con la ASIPONA Altamira y el municipio, encabezado por el alcalde Armando Martínez Manríquez, destinó los recursos necesarios para la reconstrucción. La inversión superó los 293 millones de pesos, y los trabajos iniciaron a mediados de 2023, tras más de once años de abandono.

La reconstrucción no solo implicó restaurar la estructura, sino también implementar medidas de seguridad vial, señalética moderna y vigilancia de tránsito para evitar que el tráfico pesado volviera a saturar el centro de Altamira. Además, se incorporó iluminación con energía solar, apostando por la sostenibilidad y la seguridad de los usuarios.

El renacimiento del puente fue visto como un acto de esperanza y reconciliación con la ciudadanía. Por iniciativa del alcalde Armando Martínez Manríquez, la obra fue rebautizada como “Puente de la Esperanza”, simbolizando el anhelo de una nueva etapa para Altamira, donde la infraestructura pública responde a las verdaderas necesidades de la gente y honra la memoria de quienes perdieron la vida en el largo periodo de espera.

La reapertura del puente, prevista para este martes 15 de abril de 2025, representa mucho más que la restauración de una vía: es la culminación de años de lucha, sacrificio y perseverancia de una comunidad que nunca dejó de exigir justicia y soluciones. El “Puente de la Esperanza” es ahora un emblema de resiliencia y un recordatorio de que, cuando gobierno y sociedad trabajan juntos, es posible transformar el dolor en progreso y el abandono en futuro.