Por: Lic. Bárbara Lera Castellanos.
El anuncio nacional del Instituto del Fondo Nacional de la Vivienda para los Trabajadores (Infonavit) de duplicar su meta de construcción de viviendas dentro del programa «Vivienda para el Bienestar» representa, sin duda, uno de los movimientos más transcendentes en la agenda social de este sexenio.
Pero más allá de las cifras nacionales, la pregunta obligada es: ¿qué significa esto para Tamaulipas y, especialmente, para sus mujeres trabajadoras?
México arrastra desde hace décadas un déficit habitacional estimado entre 8 y 9 millones de viviendas, siendo las familias de bajos ingresos —principalmente mujeres jefas de hogar— quienes soportan la mayor carga de esta problemática.
Frente a ese panorama, el Infonavit pasó de proyectar 500,000 casas al inicio del sexenio, a elevar la meta a 600,000, hasta llegar hoy a 1 millón 200,000 nuevas viviendas, por instrucción directa de la presidenta Claudia Sheinbaum.
Con este crecimiento, se prevé alcanzar 1.7 millones de hogares a nivel nacional, sumando además los esfuerzos de la Comisión Nacional de Vivienda (Conavi) para las personas no derechohabientes.
Para Tamaulipas, donde la demanda supera las 80,000 viviendas faltantes —concentradas en las zonas metropolitanas de Reynosa, Matamoros, Nuevo Laredo y Ciudad Victoria—, la ampliación de metas representa un alivio a largo plazo.
En la primera etapa del programa, se prevé que el estado reciba al menos 40,000 acciones de vivienda durante el sexenio, con una inversión histórica que superaría los 6,800 millones de pesos en créditos y subsidios canalizados por el Infonavit.
Cada vivienda tendrá un costo máximo de 600,000 pesos, accesible para trabajadoras con percepciones de entre uno y dos salarios mínimos, quienes históricamente quedaban fuera de los créditos tradicionales.
Un dato revelador es que cuatro de cada diez créditos Infonavit en Tamaulipas son ejercidos actualmente por mujeres, muchas de ellas jefas de hogar que buscan seguridad residencial para sus hijas e hijos.
Este nuevo esquema amplía no solo los montos de financiamiento, sino también la facilidad de acceso, con menos barreras burocráticas y mayor flexibilidad en el pago.
Además de los créditos, en coordinación con los municipios se contemplan reservas de suelo urbano, lo que reducirá considerablemente el costo final de las viviendas y garantizará que se ubiquen cerca de zonas laborales, transporte público, escuelas y centros de salud.
Los proyectos para Tamaulipas integrarán tipologías de vivienda vertical y horizontal, con un estándar mínimo de 60 m², distribuidos en dos recámaras, baño, sala-comedor, cocina, patio de servicio y áreas verdes.
Se busca así no repetir los errores del pasado de fraccionamientos periféricos olvidados, sin transporte ni servicios básicos.
La inversión nacional de 170,000 millones de pesos en 2025, respaldada por una reserva financiera de 940,000 millones del Infonavit, asegura viabilidad y continuidad, con especial énfasis en estados fronterizos como el nuestro, donde el crecimiento poblacional y la atracción de empleo generan urgencias habitacionales más marcadas.
El impacto de este esfuerzo va más allá del cemento y el ladrillo. Significa reparar inequidades históricas en el acceso al crédito, brindar seguridad a mujeres trabajadoras, y sentar las bases para un desarrollo urbano más justo.
Cada vivienda será la oportunidad de construir comunidad, arraigo y dignidad para miles de familias tamaulipecas.
Porque en Tamaulipas, el rostro del rezago habitacional es en buena medida femenino: madres que sostienen la casa y el ingreso, mujeres jóvenes que buscan independencia, trabajadoras que aspiran a construir un patrimonio propio. A ellas, principalmente, beneficiará esta gran apuesta por la vivienda para el bienestar.