miércoles, 8 de octubre de 2025

Columnas, Opinión Económica

"REMESAS DEJARÁN DE SER VÁLVULA DE ESCAPE EN MÉXICO"

El futuro de las remesas en México a corto y mediano plazo es sombrío, con…

El futuro de las remesas en México a corto y mediano plazo es sombrío, con previsiones de estancamiento o caída debido a factores migratorios y económicos en Estados Unidos.

La reciente disminución del 8.3% en el ingreso de remesas en agosto reportada por el Banco de México confirma una tendencia negativa que podría mantenerse durante el resto de 2025, afectando tanto la economía mexicana como los hogares que dependen de estos recursos.

El principal origen de remesas es EE. UU., donde el enfriamiento económico y la pérdida de dinamismo del mercado laboral, especialmente en sectores donde trabajan migrantes, afectan directamente el volumen de envíos.

El endurecimiento de la política migratoria y la mayor vigilancia fronteriza limitan la movilidad laboral y complican el flujo migratorio, restringiendo nuevas fuentes de remesas.

La persistente inflación en EE. UU. eleva los costos de vida de los migrantes, lo que reduce la cantidad disponible para enviar a México. Además, fluctuaciones cambiarias pueden afectar el poder adquisitivo de las remesas recibidas.

Si estas tendencias se mantienen, el flujo de remesas podría representar el 3.3% del PIB mexicano en 2025, cayendo desde niveles históricos previos de hasta 4% del PIB. Esta participación sigue siendo relevante, pero señala un estancamiento en el crecimiento de este ingreso.

Las remesas continúan como el segundo mayor canal de ingreso de divisas para México, superando a exportación petrolera, inversión extranjera y turismo. Su desaceleración implica menores recursos netos para la balanza de pagos.

En muchas regiones, especialmente las rurales o en estados con fuerte dependencia de remesas, como Michoacán, Oaxaca, Zacatecas, y Guerrero, la baja golpea el consumo, ahondando la vulnerabilidad de millones de familias.

La falta de crecimiento en remesas reduce el efecto multiplicador en economías locales y limita la capacidad de respuesta ante choques como la inflación interna y la precarización laboral.

La creciente parálisis de la migración mexicana hacia Estados Unidos, también complica el futuro de la economía nacional, pues se reduce una de sus “válvulas de escape” históricas ante el desempleo, la precarización y los límites estructurales del desarrollo interno.

La migración había permitido, por décadas, aliviar presiones en el mercado laboral mexicano, reducir pobreza y generar ingresos vitales en divisas vía remesas.

Una migración casi paralizada reduce el potencial de atenuar choques internos, incrementa la competencia por empleos precarios y puede aumentar la presión sobre programas sociales, especialmente en regiones tradicionalmente emisoras de migrantes.

El endurecimiento migratorio y la caída de remesas ya comienzan a impactar negativamente en el consumo de millones de familias, perdiendo capacidad de compra y deteriorando el tejido social en comunidades receptoras.

Al desaparecer la opción de migrar, sectores productivos deprimidos, como las pymes, el campo o la construcción en zonas rurales y urbanas marginadas, experimentan mayor desempleo estructural, crecimiento de la economía informal y, potencialmente, aumento en fenómenos de riesgo social.

La economía mexicana pierde divisas esenciales que ayudaban a estabilizar el balance externo y mejorar las reservas internacionales, limitando márgenes de maniobra para enfrentar choques cambiarios o financieros.

A manera de conclusión, con las actuales políticas migratorias en Estados Unidos y ante señales de desaceleración económica, es muy probable que las remesas sigan su tendencia a la baja o en el mejor caso permanezcan estancadas a lo largo de 2025 y el siguiente año 2026, repercutiendo directamente en la economía mexicana y en los hogares más dependientes de estos envíos.

Sin la posibilidad de migración al exterior y con un flujo de remesas a la baja, la economía mexicana enfrenta un escenario más vulnerable, en particular para los hogares de bajos recursos y las zonas rurales; la presión interna sobre el mercado laboral y la estabilidad macroeconómica crecerá, haciendo indispensable el desarrollo de nuevas estrategias de empleo y bienestar más allá del “escape migratorio” tradicional.

No es suficiente continuar con la política de programas sociales asistencialistas, es urgente dinamizar la economía formal mexicana a través de programas productivos para la creación de empleos formales que se han perdido en las pymes el campo y el sector construcción mexicano...