Katy Cruz/ El Gráfico
Como dice el dicho, cada pueblo tiene el gobierno que se merece. Pero Ciudad Victoria parece ser la excepción: no merecemos lo que tenemos.
Porque llamar “presidente municipal” a Eduardo Gattas Báez es un despropósito , no de realidad. Lalo solo existe en redes sociales, donde cada día predica desde su púlpito digital, bendiciendo a sus seguidores con boletines oficiales tan alegres como falsos.
Y no es exageración, ahí están las calles para comprobarlo.
La ciudad luce como si hubiera sido bombardeada: baches que parecen cráteres lunares, aguas negras corriendo por doquier y colonias enteras sumidas en la penumbra. El abandono no se disimula ni con filtros de Instagram ni con homilías municipales.
El llamado “Rey del Botox” es hoy el símbolo de la improvisación.
Lo que alguna vez fue promesa de cambio se convirtió en pesadilla.
Aún faltan dos largos años para que termine su gestión, y Victoria parece estar al borde del colapso administrativo y moral.
El ex porro, reciclado en político, aprendió rápido los vicios del poder: simular, engañar y posar. Fue carga maletas de otros, y hoy carga con una ciudad en ruinas.
Su gobierno —por llamarle así— es un laboratorio de la decadencia: asesores que no asesoran, funcionarios que no gobiernan y un alcalde que confunde liderazgo con autopromoción.
Gattas ya ganó un lugar en la historia, pero en la lista equivocada: la del peor alcalde que ha tenido Ciudad Victoria.
Sus constantes choques con el gobierno estatal no le han traído más que aislamiento y ridículo. En su burbuja de vanidad, se rodea de aduladores que aplauden mientras la capital se hunde.
Y aunque presume transparencia, su administración se mueve entre lo opaco y lo sospechoso.
Saldrá rico, eso sí.
Con la piel tersa y la conciencia anestesiada.
A menos que antes alguien desempolve aquella orden de aprehensión que lo tuvo a salto de mata en los tiempos del otro prófugo ilustre: Cabeza de Vaca.
Y mientras tanto, en el Congreso, el diputado Pepe Braña, el autoproclamado sobrino del ex presidente López Obrador, pide el regreso del FONDEN tras las tragedias en Veracruz y Puebla.
Bonito detalle… si no fuera porque su supuesto tío fue quien lo eliminó.
Pero Braña declara por inercia: habla mucho, entiende poco y cuestiona nada.
En otro frente, el diputado Isidro Vargas Fernández, presidente de la Comisión de Finanzas, propone crear una Junta Catastral Estatal para revisar las tablas de valores de los 43 municipios.
Y tiene razón: a la mayoría de los alcaldes y sus tesoreros se les “olvida” actualizar sus leyes de ingresos, pero nunca olvidan inflar los gastos personales.
Porque en este estado, algunos gobiernan con selfie en mano y cuenta pública enredada.
De Gattas, por ejemplo, ya es vox populi su gusto por los tratamientos faciales con presupuesto público.
Mientras tanto, los ataques al rector de la UAT, Dámaso Anaya, no son casualidad: surgen desde la casona del 17 Hidalgo, donde el resentimiento político se disfraza de discurso moral.
Y en Victoria, la cuenta sigue corriendo.
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El Señor del Botox
Katy Cruz/ El Gráfico Como dice el dicho, cada pueblo tiene el gobierno que se…
