Vaya, vaya… ahora resulta que todos quieren que regrese el FONDEN.
Sí, ese mismo fondo que en el sexenio anterior desaparecieron entre aplausos y ocurrencias, como si fuera estorbo. Los mismos actores políticos que hoy se desgarran las vestiduras pidiendo su regreso, fueron los que lo enterraron vivos en un ataque de venganza y “austeridad republicana”.
El presidente emérito, Andrés Manuel López Obrador, dijo que lo eliminaba porque había corrupción. Qué novedad. ¿Y en su gobierno? ¿Santa pureza?
Prometió erradicar el cáncer de la corrupción, pero lo único que logró fue cambiar de doctores: los mismos síntomas, pero con bata guinda.
El fondo que servía para atender a los damnificados de desastres naturales no desapareció por falta de dinero, sino por la voluntad de un hombre de corto alcance —el Peje— que creyó que podía borrar la desgracia con decretos.
Hoy, quienes pagan los platos rotos son los veracruzanos, que siguen esperando la ayuda prometida mientras las autoridades se limitan a posar frente a las cámaras.
Y, como siempre, el verdadero FONDEN es el pueblo solidario, el que actúa sin presupuesto ni permiso de Hacienda.
Los políticos que ahora claman su regreso lo hacen con la misma hipocresía con la que antes aplaudían su desaparición. Saben perfectamente que no va a volver, pero simulan indignación porque las tragedias también dan votos.
¿Su súplica es genuina o solo otro numerito para atraer reflectores? Mientras tanto, entre el burocratismo y la parálisis, los hermanos de Veracruz siguen contando pérdidas… y promesas.
Por los pasillos del Congreso del Estado, el ex cabecista de hueso colorado y hoy morenista, Humberto Prieto Herrera, asegura que el proceso para elegir al nuevo fiscal será “rigurosamente filtrado”.
¡Qué alivio! Si los filtros son como su congruencia, ya sabemos qué esperar.
El nuevo fiscal saldrá de una terna mixta: tres mujeres y tres hombres.
¿Y el fiscal anticorrupción Jesús Eduardo Govea Orozco pasará la prueba de ácido?
Dicen que trae un pecadillo bajo el brazo que debería explicar a los tamaulipecos… pero quizá lo exenten por “buen comportamiento político”.
Difícil creer en la equidad cuando el que reparte justicia era químicamente azul y hoy presume casaca guinda. El diputado Prieto es un fenómeno digno de laboratorio: cambia de color según la temperatura del presupuesto.
Un día el cielo le parece azul, al siguiente lo ve guinda. Y uno se pregunta: ¿seguirá siendo fiel al prófugo Cabeza de Vaca? Es pregunta… con dedicatoria.
No olvidemos que el fiscal actual fue impuesto cuando el diputado todavía juraba amor eterno al PAN. De aquellos tiempos azules solo le queda el oportunismo, ese sí indestructible.
Y mientras tanto, Lalo Gattas, el mal llamado presidente de Ciudad Victoria, sigue haciendo méritos… pero para el repudio.
Cada día crece el rechazo a su “gobierno” —si es que a eso puede llamársele así— y, como buen aprendiz de autócrata, pretende imponer a su secretario Hugo Reséndez como sucesor.
Dicen que anda muy sácale punta, retando a quien se le ponga enfrente, asegurando que él decidirá quién lo sustituye, aunque eso implique patear la línea de su jefe político, el gobernador.
Lo que Lalo no entiende es que la lealtad también se mide cuando uno deja de hablar… o cuando deja de obedecer.
Lalo y la Carabina de ambrosio muy bien aplicada al señor del BOTOX que siguen sin entender para que es la política para servir o servirse con la cuchara GRANDE y eso claro que tendrá consecuencias en el mediano plazo
Como dice por ahí a cada chango le llega su banana
Y para rematar, corre por ahí el rumor —patrocinado por los románticos de la nostalgia— de que el ingeniero Eugenio Hernández Flores podría ser candidato a la alcaldía por el Partido Verde en el lejano 2027.
Habrá que preguntarle a Manolo Muñoz Cano, mandamás del Verde en Tamaulipas, si esa idea viene del ingeniero o de sus fieles que quieren verlo de vuelta en la silla del 17 Hidalgo, la misma que ya ocupo allá por el 2002.
Porque en política cuando dicen NO es SI así que hay que esperar.
moc.liamtoh@660ognatognat