Por José Gregorio Aguilar
El alcalde Eduardo Gattás Báez ha vuelto a traicionar la confianza ciudadana. A dos solicitudes formales de información pública, una sobre el presupuesto municipal y otra sobre los ingresos por regularización vehicular, respondió con evasivas, enlaces rotos y documentos reciclados.
Y lo hizo una semana después del plazo legal, violando flagrantemente la Ley de Transparencia.
La primera solicitud con folio 281198425000136, fue respondida a medias: un archivo genérico sin desglose, sin contexto, sin utilidad real. La segunda con folio 281198425000134, aún más grave, fue respondida con un enlace inexistente, simulando cumplimiento mientras se niega a transparentar el destino de los recursos públicos.
Esta no es una omisión técnica. Es una estrategia deliberada de simulación institucional, diseñada para aparentar transparencia mientras se oculta lo esencial: ¿en qué se gastó el dinero del pueblo?
Gattás, en su informe de gobierno, afirmó con cinismo: “Cada peso que se gasta está a la vista de todos”.
Como ciudadano he seguido cada paso legal para solicitar esa información. Y lo que hace el señor alcalde es alargar los plazos, mentir y reciclar respuestas. ¿Dónde están los contratos, las facturas, los informes de avance? ¿Dónde están las obras que debió hacer con el dinero de la regularización vehicular?; Cuál es el sueldo más elevado que recibe un funcionario de este gobierno municipal presuntamente austero?
En el caso de los ingresos por regularización vehicular, el recurso, por ley, debió usarse para pavimentar las calles de Victoria, una de las principales quejas de la ciudadanía. Pero las calles siguen igual: destruidas, abandonadas, indignantes. Y el dinero, como la verdad, no aparece.
Gattás no solo evade la rendición de cuentas. Gattás se burla del pueblo, ese pueblo que, para lucirse en su informe, dijo que es “su jefe”.














