Agencias.- Las expresiones de ira de miles de manifestantes que se han dado en más de 75 ciudades esta semana continuaron desafiando la represión e intentos de control por fuerzas de seguridad, mientras políticos locales y nacionales buscaban cómo responder al estallido social de hartazgo contra la violencia y racismo oficial.
El gobierno de Donald Trump se pronunció por mayores acciones represivas y responsabilizó a elementos izquierdistas “terroristas” de las revueltas.
A pesar del despliegue de la Guardia Nacional en por lo menos 14 estados y varias metrópolis (Los Ángeles, Atlanta, Minneapolis y la capital Washington), la implementación de toques de queda en por lo menos 25 ciudades y en todo un estado (Arizona) –primera vez que se giran tantas órdenes desde las revueltas provocadas por el asesinato de Martin Luther King Jr en 1968– y con más de 3 mil arrestos en 24 ciudades desde el jueves, la ola de manifestaciones y actos de protesta continuaron por sexto día en todo el país.
“No puedo respirar”. “Di su nombre: George Floyd”. “Sin justicia no hay paz”. “Las vidas de los negros importan”. Son las consignas más coreadas por miles de costa a costa en manifestaciones y actos en gran medida pacíficos con una participación multirracial encabezada en gran medida por jóvenes, pero acompañados con veteranos de varios movimientos y también de algunos migrantes de varias regiones del mundo; por ejemplo, en Atlanta una bandera mexicana ondeaba junto a una de Black Lives Matter.
En Minneapolis, el dueño de un restaurante de comida de Bangladesh, cuyo local fue dañado por un incendio durante la protesta el pasado viernes, comentó a un amigo: “que se queme mi edificio. La justicia necesita ser servida”. Prestó su local como estación de primer auxilio para manifestantes durante los próximos días y continuó cocinando para ellos. El nombre de su restaurante rinde homenaje a Gandhi.
Las protestas sobre la violencia policiaca contra la comunidad afroestadunidense fueron detonadas por la muerte el lunes pasado en Minneapolis de George Floyd, estadunidense arrestado y sometido por un policía blanco, quien colocó una rodilla sobre su cuello por casi nueve minutos.
La gran mayoría de los actos y de los manifestantes se han expresado de manera pacífica, aunque continuaron los incidentes de vandalismo y saqueo en varias ciudades, a veces contra los deseos de otros manifestantes en esos lugares, llevando a un debate entre ellos, así como de diversos líderes de derechos civiles sobre el peligro de que la violencia y los saqueos se vuelvan el tema, en lugar del problema por el cual se está protestando.
El diputado John Lewis, de Georgia, quien marchó con Martin Luther King Jr en los años 60, ofreció un mensaje a los manifestantes: “conozco su dolor, su furia, se sentido de desesperación. La justicia ha sido, de hecho, negada durante demasiado tiempo. Los disturbios, saqueos e incendios no son el camino. Organicen. Hagan manifestaciones. Ocupen. Pónganse de pie. Voten. Sean constructivos, no destructivos”.
Parte de la violencia proviene de la policía, con manifestantes y observadores reportando en varias ciudades que ataques injustificados con macanas, rociados con gas pimienta, empujados, insultados, atropellados y atacados con balas de goma, mucho de lo cual ha sido documentado en videos y fotos.
Varios periodistas denuncian actos de violencia en su contra por fuerzas de seguridad, a pesar de identificarse. Algunos han sido impactados por balas de goma, incluido un fotógrafo que quedó ciego de un ojo. El Comité de Protección de Periodistas condenó los ataques contra reporteros que cubren las protestas: “son un intento inaceptable de intimidación”.
A la vez, se están acumulando reportes, algunos por autoridades municipales, que personas blancas sospechosas de ser ultraderechistas están buscando provocar enfrentamientos violentos, y que son responsables de daños contra propiedad ajena, sobre todo de pequeños comerciantes en comunidades minoritarias y de inmigrantes.
Pero también hubo escenas inesperadas en las que policías se sumaron o expresaron apoyo a las protestas, como en Queens, Nueva York y en Nueva Jersey, donde los uniformados ayudaron en sostener mantas, o en Flint, Michigan, donde un alguacil declaró: “nosotros también estamos enojados” por lo sucedido en Minneapolis y él y sus oficiales se quitaron sus cascos y dejaron sus macanas para marchar junto a los manifestantes; en Santa Cruz, California, donde el jefe de policía se hincó sobre su rodilla en solidaridad; en Miami y en Houston, donde el jefe de policía Art Acevedo denunció la “brutalidad policiaca”.
En Washington, manifestantes llegaron cerca de la Casa Blanca una vez más, lo cual elevó el nivel de seguridad para proteger el lugar con el presidente adentro. De hecho, el mandatario fue llevado por el Servicio Secreto al búnker dentro del complejo el viernes pasado, al acercarse cientos de manifestantes, reportó ayer el New York Times. Este domingo no se presentó en público y la Casa Blanca envió un mensaje a empleados para que evitaran llegar a trabajar al complejo del inmueble (son varios edificios) esta noche por las manifestaciones.
Mano dura
Trump anunció en un tuit: “Estados Unidos de América estará designando a Antifa como organización terrorista”, aunque no dispone de esa autoridad. El procurador general, William Barr, declaró que “la violencia instigada y llevada a cabo por Antifa y otros grupos similares en conexión con los disturbios es terrorismo doméstico y será tratado de la manera correspondiente”.
El problema es que Antifa no es una organización, ni un grupo, sino que es una red descentralizada de activistas que se proclaman “antifascistas” y favorecen la “acción directa”.
Desde que se iniciaron las protestas, Trump y algunas autoridades estatales y locales han acusado a fuerzas “izquierdistas” y “radicales” que vienen “de afuera” para promover “sus agendas violentas y extremistas”, como los responsables de los actos violentos en las protestas, sin ofrecer ninguna evidencia. Con ello, buscan caracterizar las protestas como algo ajeno y evitar abordar sus causas.
Trump reiteró su exigencia de mano dura por alcaldes y gobernadores. “Estas personas son ANARQUISTAS. Convoquen a nuestra Guardia Nacional AHORA. El mundo está observando y se está riendo de ustedes… ¿Esto es lo que quiere Estados Unidos? ¡NO!”, tuiteo.
Mientras tanto, siguió escondido dentro de la Casa Blanca.