Dr. Jorge A. Lera Mejía
Como pocas veces de nuestra problemática relación entre México y Estados Unidos de América (EUA), la elección de este ‘martes negro’, para ser reelecto por otros cuatro años al presidente republicano Donald Trump, o ser relevado por el candidato demócrata, Joe Biden, tiene encendidos los focos rojos para los norteamericanos, los mexicanos y el resto del mundo. Las Bolsas y las monedas están muy sensibles.
Por un lado, para México muchas historias de agravios y ofensas se han registrado durante los últimos cuatro años del gobierno republicano; por otra parte, se ha visto muy comprometida la otrora posición de política exterior mexicana ‘neutral’, hacia los movimientos políticos del vecino país, y principal socio comercial de los mexicanos.
Para nadie es un secreto, que nuestras autoridades gubernamentales han mostrado un cierto servilismo a las disposiciones del gobierno de Trump, tanto en temas migratorios, financieros, de comercio exterior, incluso para aceptar ser ‘un tercer país seguro’ para mantener dentro de nuestras fronteras a los transmigrantes centroamericanos en espera de una posible visa humanitaria.
Cabe mencionar, que desde la ratificación del nuevo tratado comercial (T-MEC), nuestros representantes diplomáticos y comerciales, Marcelo Ebrard y Jesús Seade, han mostrado predisposición de aceptar los términos comerciales y laborales que desde el gobierno y congreso norteamericano se han instruido.
Incluso, es notorio que el único viaje al extranjero oficial registrado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, fue precisamente a Washington por invitación personal del presidente Trump.
Estas señales políticas y diplomáticas, hacen ver lo complicado que viene en los resultados que este martes trasciendan, en el caso del posible triunfo del demócrata Biden; incluso, desde ahora se cuestiona, la nueva postura que pudiera asumir Donald Trump, en caso de ser reelecto y abrirse de ser el caso, a una nueva ofensiva ya sin tapujos y cortapisas, contra los migrantes mexicanos, las autoridades federales, los juicios expresos de figuras incómodas, como la del reciente general en proceso de juicio por intervención de la DEA, el general Salvador Cienfuegos, ex secretario de la Defensa con Peña Nieto.
Desde ahora se anticipa un endurecimiento hacia las políticas establecidas por el gobierno mexicano en relación de inversionistas del sector energético, tanto de desarrollos petroleros del mar profundo, gas natural, como del sector de energías limpias, que la semana pasada se elevó a ‘cartas de apremio’ por un grupo de legisladores de ambos partidos y de grupos empresariales norteamericanos contra México.
De lo anterior, lo más sobresaliente y peligroso, sigue siendo el tema migratorio y comercial de Trump hacia México, no podemos soslayar la manera en que Trump presionó y amenazó a México con aranceles para asumir políticas como el programa ‘Remain in Mexico’ obligando a los solicitantes de asilo a esperar en México hasta que se resuelven sus casos, o el discurso antiinmigrante, xenófobo y antimexicano de la actual administración y las presiones de imponer aranceles a nuestras exportaciones cada que el presidente se molesta y nos quiere imponer alguna medida.
Qué decir de seguir machacando con la famosa construcción del muro fronterizo, que sin construirlo masivamente ha seguido su implementación, pero con o sin muro, Trump logró convencer al gobierno de México, operando esa especie de ‘Muro Virtual’, utilizando sin cortapisas más de 20 mil guardias nacionales como retenes humanos para las corrientes de transmigrantes desde la frontera sur de Chiapas, hasta la frontera norte desde Tijuana hasta Matamoros.
Por su parte, aunque se ve poco probable que Joe Biden, en caso de resultar vencedor, emprendiera una reforma migratoria integral, los analistas sí creen que podría cambiar políticas específicas como preservar el programa DACA (jóvenes dreamers) para evitar la deportación de los inmigrantes que llegaron a EUA siendo niños (en el último debate electoral, prometió facilitar que los dreamers consiguieran la ciudadanía estadounidense) o rebajar los requisitos para la obtención de visas.
Junto a la migración, la seguridad fronteriza y el trasiego de sustancias ilícitas a través de ella continuará siendo uno de los principales puntos de la agenda.
En caso de reelegirse Trump, ya dio prueba de su intromisión al actuar junto con la DEA en la aprehensión, sin tomar en cuenta al gobierno de México, del general Salvador Cienfuegos. Además, no debemos olvidar que en septiembre advirtió de nuevas sanciones si nuestro gobierno no resolvía hechos concisos para combatir el narcotráfico. Clara amenaza que hace pensar en la molestia del republicano por soltar a Ovidio Guzmán, el cual cuenta con orden de extradición.
Si Joe Biden fuera electo presidente, en cambio, aprovecharía su experiencia política para reconducir la relación en materia de seguridad y fomentar una mayor cooperación.
Finalmente, en el tema económico y comercial, seguramente México seguirá siendo una nación estratégica para seguir explotando el renovado T-MEC y ser una opción de comercio mientras se mantengan las diferencias comerciales entre EUA y China.
Es importante recordar que en las negociaciones del T-MEC, los legisladores demócratas le dieron mucha más importancia que los republicanos en lo relativo a temas ‘laborales’ y de ‘salarios de trabajadores mexicanos’, así como lo concerniente al medio ambiente, por lo que eso impactaría la relación con México si triunfa Biden.
Las energías limpias, renovables y la economía verde serán fundamentales para Biden, por lo que podría haber tensión por la presión que ejercería sobre México para que esté más alineado.
Por último, el gobierno de la 4T tendrá que estar muy atento en lo referente a sus grandes planes de infraestructura, como los casos del Tren Maya, la Refinería de Dos Bocas o el Aeropuerto de Santa Lucía. Para los demócratas, los desarrollos de estos proyectos, no han sido diseñados con respeto al medio ambiente..