De acuerdo al artículo publicado ayer en el portal de Expansión, por Daynsú Patiño […] El gobierno federal mexicano enfrenta un deterioro en sus ingresos petroleros y vía impuestos y de fideicomisos, mientras sus gastos en deuda, pensiones y programas sociales crecen inercialmente.
La brecha entre los gastos y los ingresos del sector público se hace cada vez más amplia ante la crisis económica más fuerte que ha vivido México en los últimos 100 años.
Mientras los gastos obligatorios crecen, los “salvavidas o colchones” con los que México ha amortiguado la caída de los ingresos tributarios y petroleros se desinflan.
El ritmo de los ingresos petroleros y vía impuestos se aminora, mientras que los gastos en pensiones, la deuda, los programas sociales y las transferencias para los estados crecen inercialmente.
En los últimos dos años, para continuar financiando los programas sociales, cumplir los gastos obligatorios como intereses por la deuda o pensiones, la administración federal ha recurrido a fuentes no permanentes de ingresos como la cancelación de fideicomisos, el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios (FEIP) y financiamientos.
Además se confiaba en que, por la depreciación del peso mexicano frente al dólar estadounidense en 2020, se recibirían transferencias de Banco de México por sus remanentes de operación, pero por su apreciación observada a fin de 2020 se espera que estos recursos no lleguen en abril de 2021.
El problema es que estos ingresos, como su nombre lo indica; no son recurrentes, mientras el gasto público crece.
Por la depreciación del peso frente al dólar el año pasado, el gobierno de López Obrador estimaba recibir remanentes de operación del Banco de México por hasta 20 mil millones de dólares.
Incluso el jefe del Ejecutivo planteó la posibilidad de recibir un adelanto de este remanente al gobernador de Banxico, Alejandro Díaz de León, pero esta fue negada en abril de 2020 […]
(Fin de de extractos de la nota publicada en Expansión, 18/01/2021)