De velorio y concurrencias

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Por Carlos López Arriaga

Cd. Victoria, Tam.- “¿Cuántos años de cárcel habrá ahí”, reza un dicho majadero y a menudo excesivo, muy mexicano, cuando personalidades de la política concurren en un espacio pequeño, cerrado, cercano.

Me acordé de ello en la ceremonia religiosa oficial tras el deceso del expresidente JAMES EARL CARTER, celebrada en la catedral de Washington el nueve de enero. Había cumplido 100 años el pasado primero de octubre.

Vuelvo a la broma (“¿Cuántos años…?”) pero más interesante resulta observar y hacer un recuento de las rivalidades políticas concentradas en ocasión tan especial.

En esas tres bancas principales se acomodaron codo con codo los expresidentes DONALD TRUMP, BARACK OBAMA, GEORGE BUSH y BILL CLINTON. También quienes han sido vicepresidentes como KAMALA HARRIS, AL GORE y MIKE PENCE.

Sin olvidar a quienes han buscado infructuosamente la primera magistratura como HILLARY CLINTON, el propio GORE y KAMALA.

Figuras alguna vez rivales en la disputa del voto. TRUMP y HILLARY (2016); el mismo TRUMP y KAMALA (2024); BUSH y GORE (2000); sin olvidar que CLINTON derrotó al primer BUSH (GEORGE HERBERT, padre de GEORGE WALKER) cuando este intentó reelegirse (1992).

 

CON Y SIN PALABRAS

Atención especial merecerían los saludos públicos entre ellos y ellas cuando fueron entrando desde el ala izquierda del templo, ante la mirada de las cámaras. Si intercambiaron voces (o no) antes de entrar a la nave de catedral, no lo sabemos con certeza.

De fondo se escucha el Coro de las Fuerzas Armadas entonando, entre otras piezas, el himno funerario “Crown Him with Many Crowns” (“Corónenlo con muchas coronas”), propio de eventos así por su carácter ecuménico, pues igual lo cantan bautistas que anglicanos, luteranos, presbiterianos, metodistas y católicos.

Una vez adentro, cabe consignar el lenguaje no verbal de los protagonistas. Cálido el saludo de TRUMP a GORE, pero maquinal para quien fuera su vicepresidente (hoy examigo) el republicano MIKE PENCE.

La ruptura entre ambos se gestó aquel enero del 2020 cuando DONALD ordenó a MIKE boicotear el voto del congreso que confirmaría el triunfo del demócrata JOE BIDEN.

Pese a su conservadurismo, quedó demostrada la institucionalidad del vicepresidente al respetar la decisión legislativa y coincidir con la líder cameral de los demócratas NANCY PELOSI en que el ganador del proceso era BIDEN.

Enfurecido, TRUMP incitó desde las redes sociales a esa turbamulta reaccionaria, feroz, hiperviolenta, que tomó por asalto el Capitolio aquel 6 de enero, buscando (en lo general) impedir el ascenso de BIDEN, aunque (en lo particular) acometer contra PENCE y PELOSI, quienes lograron escapar de milagro, mientras sus despachos fueron vandalizados..

El tema es que se dieron la mano TRUMP y PENCE en la misa de CARTER, con la ternura de dos robots. Sin atisbos de humanidad.

 

MALABARES DE BARACK

Hizo presencia OBAMA sin su esposa y un ataché militar lo condujo hasta un asiento contiguo (vaya paradoja) a la derecha de TRUMP. Se saludaron bien y las posteriores secuencias del evento los muestran charlando con cordialidad. Por igual ameno el saludo de BARACK a GORE y a PENCE.

Contrasta la rigidez de todos con la naturalidad de la charla entre BARAK y DONALD. Como exanimador televisivo, parece que TRUMP tiene cuerda suficiente para compartir tópicos divertidos a un OBAMA que no cesa de celebrar cada palabra.

Distante (como suele) deliberadamente ajena, MELANIA TRUMP. Por completo desentendida, como si sus vecinos estuvieran hablando en un idioma que ella no entiende (o no quisiera entender).

Irrumpe GEORGE BUSH partiendo plaza, seguido de LAURA su esposa. Inflado el pecho del expresidente, sonrisa de autosuficiencia que sin embargo reparte de manera desigual. Gentil para GORE y PENCE, sutil el gesto para BARACK, indescifrable hacia DONALD.

Como buen texano, BUSH se acomoda y gira en todas direcciones respondiendo a cada saludo hacia un flanco y el otro, como quien arriba a la platea de un parque de beisbol. Es un funeral, pero ambos lo disfrutan, GEORGE y LAURA.

 

TAMBIÉN ELLAS

Mención especial merece la entrada de HILLARY y BILL. Se nota que ella hace esfuerzos sobrehumanos para incorporarse al grupo. Su esposo adopta un formato más simple, cierta risita simplona y distraída como de muchacho cansado, con su cabeza albina ligeramente gacha.

Corresponde a HILLARY y su eterna cara de velorio, sentarse junto a BUSH, quien literalmente se queda esperando de pie el saludo de la recién llegada. Lo cual nunca ocurrió y finalmente GEORGE se sienta, sin recibir la mínima atención, ni él ni su esposa LAURA, mientras BILL les obsequia (al menos) una mirada y un guiño a la distancia.

Otro momento estelar, la llegada de KAMALA HARRIS, flanqueada por su esposo DOUGLAS y un edecán militar. Llegó con cierto retraso la gran perdedora de noviembre pasado. Su mirada seca, abajo y al frente, se sabe observada por el selecto grupo de la élite política ubicado en las primeras filas.

No extiende saludos de mano, tampoco sonrisas, ni siquiera un intercambio de miradas. Se instala en su sitio como si los demás no existieran. La suya es una expresión consternada que solo suaviza cuando aparece su amigo y jefe JOE BIDEN junto a su compañera JILL, los últimos de la lista, primeros en su fila.

Cual si se fuese un drama isabelino, la élite imperial se dio cita para revolcar sus egos entre fobias antiguas y agravios recientes, frente al féretro del viejo rey muerto. Demasiada tensión y cierto tufo a decadencia.

 

BUZÓN: lopezarriagamx@gmail.com

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