Por Mario Díaz
H. Matamoros, Tamaulipas.-Desde cierta perspectiva, tal parece que la política arancelaria del presidente de los Estados Unidos de América, DONALD TRUMP, estaría asociada a la pretensión de un nuevo orden mundial en materia comercial.
Las altas tasas impositivas a las mercancías extranjeras que ingresen al territorio norteamericano-recíprocas y no recíprocas-prácticamente han revolucionado los tratos comerciales entre la Unión Americana y el resto del mundo.
Al margen de que, si se trata o no de una nueva supremacía en el planeta en lo que al comercio se refiere, lo cierto es que la política trumpista en materia arancelaria a cimbrado a los mercados financieros como consecuencia de la incertidumbre que genera la guerra arancelaria.
Lógicamente, el movimiento revolucionario norteamericano en el comercio mundial además de generar temor y expectativa no del todo clara en la actividad de las instituciones bursátiles, crea el riesgo de inflación, desempleo y, en consecuencia, menor crecimiento económico.
De acuerdo al criterio del mandatario yanqui, todos los países que tienen tratos comerciales con los Estados Unidos y que resienten los efectos del incremento de impuestos en sus exportaciones le están “besando el trasero” porque quieren entrar en negociaciones.
En el mismo contexto, pregona a los cuatro vientos que los países interesados “están haciendo fila fuera de la puerta de Jamieson Greer”, quien se desempeña como Representante Comercial de los Estados Unidos de América.
Asimismo, con ánimo triunfalista, DONALD TRUMP presume que están haciendo “acuerdos a medida, no a la carta”, al referirse a los términos negociadores con los países que desean continuar la relación comercial con esa potencia mundial.
Sin embargo, los amagues arancelarios y las constantes pausas que contempla la estrategia del gobierno norteamericano en lo que se considera una guerra comercial, le permite, por un lado, negociar desde una posición de fuerza, pero, por el otro, provoca incertidumbre en los mercados financieros.
Actualmente, la guerra comercial mantiene en posiciones encontradas a los gobiernos de Estados Unidos y China, como consecuencia del arancel total de 145% a las mercancías asiáticas que ingresen a la Unión Americana, y el aumento de 84% a la tasa impositiva decretada por el gobierno chino a los productos estadounidenses.
No obstante, la estrategia comercial del país oriental está basada en no someterse al criterio yanqui y, por el contrario, la respuesta fue contundente al aumentar el impuesto bajo el argumento de que su estructura económica está diseñada para hacer frente a situaciones como la que se está presentando en el ámbito comercial.
Tan es así que el Ministerio de Comercio en la República Popular de China fue claro al precisar que “la campana en el cuello de un tigre solo puede desatarla la persona que la ató”, en un claro mensaje al presidente DONALD TRUMP.
Cabe señalar que la algarabía con bombo y platillo del presidente republicano asociada a su política arancelaria que podría interpretarse como un acto de imponer un nuevo orden mundial en materia comercial, no goza del pleno apoyo de todos los multimillonarios que lo apoyaron en su campaña presidencial.
BILL ACKMAN, inversionista norteamericano de alto nivel que apoyó a DONALD TRUMP para su segundo regreso a la Casa Blanca, considera que la estrategia del magnate neoyorquino no es necesariamente la mejor opción.
ACKMAN que considera que deben suspenderse durante tres meses los elevados aranceles recíprocos aplicados al gigante asiático, al igual que la medida conque se trató a la mayoría de los países con tratos comerciales con los Estados Unidos.
Y remata su punto de vista: “Si el presidente Trump suspendiera los aranceles a China durante 90 días y los redujera temporalmente al 10%, lograría el mismo objetivo al obligar a las empresas estadounidenses a reubicar sus cadenas de suministro desde China sin interrumpirlas ni ponerlas en riesgo a corto plazo, y tendría tiempo para negociar un acuerdo con China”.
Pero no tan solo eso.
Poco a poco está creciendo el descontento ciudadano derivado de la política comercial del presidente republicano DONALD TRUMP a juzgar por las manifestaciones masivas que se están presentando en distintas ciudades importantes de la Unión Americana.
El fantasma de la recesión, desempleo y bajo crecimiento económico comienza a rondar en las mentes de los ciudadanos norteamericanos que no coinciden con la riqueza a corto plazo que pregona quien despacha desde la oficina oval de la Casa Blanca.
Ni hablar.
DESDE EL BALCÓN:
I.-Mientras las potencias mundiales se enfrascan en terrible duelo comercial, México mantiene un plan preferencial dentro de la política arancelaria del presidente DONALD TRUMP, principalmente, gracias al Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC) y, en menor dosis, a la diplomacia azteca.
Y hasta la próxima.