Día del Maestro: más que una celebración, un compromiso social

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Por José Gregorio Aguilar

Cada 15 de mayo, México celebra a sus maestras y maestros, pero ¿realmente se valora su labor más allá de los homenajes? Con más de 2 millones de docentes sosteniendo el sistema educativo, su impacto en el país es incalculable, sin embargo, sus condiciones aún distan de reconocer la importancia estratégica de su trabajo declaró Luz Romano, vocera de Mexicanos Primero.

Agregó que el aprendizaje de millones de niñas, niños y jóvenes es posible gracias al esfuerzo de estos profesionales, quienes, con sensibilidad, entrega y compromiso, transforman vidas desde la primera infancia hasta la juventud. Sin embargo, 1 de cada 10 docentes necesita un segundo empleo para complementar su salario, una realidad que cuestiona si realmente se está respetando su dignidad profesional.

Luz Romano dijo que aunque la Constitución y la Ley General de Educación los reconocen como «agentes fundamentales del proceso educativo», la política educativa sigue siendo volátil e incierta. La desaparición del Sistema para la Carrera de las Maestras y los Maestros en 2024 es un reflejo de esa inestabilidad que impacta su desarrollo profesional.

A esto se suman retos estructurales profundos: brechas de género en liderazgo educativo (las mujeres ocupan solo el 35% de los cargos directivos), escuelas sin infraestructura adecuada (19% carece de agua potable), y una limitada conectividad que afecta a más de la mitad de los planteles. Estos problemas no solo no solo afectan a los docentes, sino que limitan el derecho a aprender de millones de estudiantes.

Revalorar el magisterio no debe ser solo un discurso: es una responsabilidad social y gubernamental. Urge un compromiso real para dignificar la labor docente, pues su esfuerzo es la base del futuro educativo de México.

Los gobiernos federal y locales deben asumir compromisos concretos: garantizar condiciones laborales dignas; mejor acceso a la seguridad social, salario justo y equitativo, estabilidad laboral y bienestar socioemocional. Invertir en entornos escolares adecuados, con infraestructura segura, conectividad y recursos pedagógicos.

Además, se debe impulsar su desarrollo profesional, con programas de formación y acompañamiento pertinentes; asegurar procesos transparentes y estables de ingreso, promoción y reconocimiento, que valoren el mérito y el compromiso y a poyar la autonomía profesional docente, como base para mejorar las prácticas educativas e innovar.

Pero también, se requiere potenciar redes de colaboración entre docentes, familias y comunidades para posicionar a la escuela como eje articulador de la política educativa.