Por José Gregorio Aguilar
Cada año, cientos de jóvenes inician su camino en el Colegio Nacional de Bachilleres (CONALEP) del Estado con sueños y aspiraciones, sin embargo, no todos logran llegar a la meta; a pesar de los esfuerzos institucionales, cerca del 20 por ciento de los estudiantes abandonan sus estudios antes de obtener su certificado.
La respuesta no es sencilla, explicó el director general Fernando Arizpe Pedraza. Detrás de cada joven que deja las aulas hay una historia, emociones a flor de piel, dificultades económicas que asfixian, calificaciones que no alcanzan las expectativas. Y, sobre todo, una realidad que muchas veces los empuja a rendirse.
Los primeros meses son los más difíciles. El primer semestre se convierte en una prueba de fuego: algunos descubren que el bachillerato no es lo que esperaban, otros simplemente pierden la motivación. Es en ese momento donde la deserción golpea con más fuerza.
Pero hay quienes resisten, aquellos que pese a las adversidades, encuentran razones para seguir adelante: amistades que se convierten en familia, clubes culturales y deportivos que les dan un propósito, maestros que los inspiran a no rendirse y el acompañamiento tutorial.
“En el primer semestre es cuando ocurre más la deserción, tal vez porque no reúnen las expectativas de lo que buscaban o ya no quisieron y es más fácil que se salgan a diferencia del tercer o cuarto semestre cuando saben que les falta poco para terminar además de que ya hicieron amigos y forman parte de clubes culturales, sociales o deportivos”.
Las estrategias para mantenerlos en las aulas existen, y una de las más efectivas es el apoyo económico. Las becas no son solo un incentivo, sino un salvavidas para aquellos que enfrentan dificultades. Pero más allá del dinero, lo que realmente marca la diferencia es la cercanía, la atención personalizada, la escucha activa, explicó Arizpe.
Porque la educación no debería ser una batalla solitaria. Porque cada joven que abandona la escuela es un talento perdido, una historia que quedó inconclusa. Y porque darles las herramientas para seguir adelante no es solo cuestión de cifras, sino de futuro.